En México todo cambia para que nada cambie
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El problema de PEMEX es irreversible e insalvable si a la empresa y a la economía nacional la siguen manejando quienes no saben menearle bien a ese caldo.
Las coberturas que México contrató en materia petrolera para garantizar un piso en cuanto a ingresos o al precio de la mezcla mexicana de exportación de crudo, son como comprar un seguro contra los diferenciales de volumen de las ventas y las compras al exterior.
Son contratos que aseguran un tipo de cambio en el presente para efectuar operaciones de divisas en el futuro.
Les platico: México exporta 900,000 barriles diarios de petróleo e importa 700,000 de gasolinas y las coberturas se adquieren para solventar esa diferencia.
Los vaivenes en los precios de estos productos nos afectan en las importaciones y nos benefician con las exportaciones.
Por eso se compran coberturas para neutralizar los diferenciales entre vender y comprar al exterior.
Lo que más interesa al erario y concretamente a PEMEX, es la liquidez que se mide diariamente y se consolida cada mes en los resultados que la empresa reporta a Hacienda.
Y sucede que las coberturas se pagan del 1 de diciembre de un año al 30 de noviembre del siguiente; no se trata de un año natural sino que es un ejercicio montado, como dicen los contadores.
Esto, porque deben realizarse los cálculos de a cuánto se vendió realmente al exterior la mezcla mexicana de crudo.
Los primeros diez días de diciembre se paga al que hizo el corretaje de esas ventas, a México, pero no vemos ese dinero antes de fin de año.
Y sucede que el problema de liquidez, de la caída del ingreso para Pemex y para el erario, ocurre durante los primeros once meses del año.
Por eso para fines prácticos, se presenta un desplome de liquidez debido a la caída del precio al que vendemos al exterior durante todo el año.
Y el gobierno no refleja la caída en el precio al que adquiere las gasolinas por su carencia de recursos.
Por eso desde la segunda semana de este año estamos en el tope del IEPS -impuesto especial sobre productos y servicios- $4.95 a la gasolina premium y $4.18 en la magna.
Y ante esto, miente descaradamente el Secretario de Hacienda -Arturo Herrera- al decir muy ufano que ante la caída de los precios internacionales del petróleo, los ingresos están garantizados porque el gobierno compró las coberturas. El sabe que la realidad es muy diferente, pues personalmente negoció y autorizó esas coberturas.
Luego, MALO le entra al quite al decir que el peso está aguantando las embestidas internas y externas de los mercados. Bueno, últimamente ha dejado por la paz al “peso fortachón” del que presumió en los últimos meses, al que -según él- el “debilucho” dólar le hacía los mandados. El COVID-19 reveló la fragilidad de nuestra economía.
En éste sentido, hay algo importante en lo que deben asesorar al presidente: El precio del peso no lo fija el mercado interno, sino las que le dan su real valor son las millones de transacciones que ocurren todos los días en el mercado internacional de divisas.
También es falso que “el peso aguantó”, porque ¿qué pasó con la caída brutal que registra ahora en la paridad frente al dólar? Nuestra divisa está debilitada y es falso lo que la 4T nos dijo en sentido opuesto.
Cada día se exhibe más la incapacidad analítica de MALO y de quienes están al frente de Hacienda, de Pemex y de los organismos reguladores de la materia.
Por favor, no vayan a tomar lo que digo como un insulto para la investidura del presidente ni para sus “estorbantes”.
Herrera, Romo, Nahle, Romero Oropeza, similares y conexos, no se sientan agraviados, pero son un monumental estorbo para el inquilino del Palacio Nacional.
Perdón por la digresión, pero uno de los capitanes de industria de Monterrey me dijo ayer que ninguno de ellos le sabe a la cosa económica y que de todos no se hace uno.
Entonces, estoy precisando una limitación de sus capacidades, como cualquiera la puede tener; caray, somos humanos ante los ojos del Dios de Spinoza.
Prosigamos: ¿qué pasa con el tema del precio del crudo? Vean su volatilidad: En febrero pasado estuvo a $55,49 dólares. Un mes antes, a $65.11 dólares. En los últimos 15 meses el precio ha descendido un 46.27%, el viernes pasado fue de $35.75 dólares; el 19 de éste mes estuvo a $26.73, ¿a cuánto va a estar hoy?
Bueno, pues éstas bajas en el precio del petróleo son la razón por la cual la gasolina cuesta más barata. No es por decisión presidencial; es porque sencillamente el petróleo está disminuyendo su precio en el mundo.
Seguramente habrá una recuperación en la cotización de nuestra moneda contra el dólar, pero no muy grande, si acaso de uno o dos pesos y cuando esto suceda van a sobrar las voces oficialistas -y sus corifeos de las redes- que nos digan que ya ven, ya se está recuperando el precio de nuestra divisa y los vaivenes del precio del petróleo nos hicieron los mandados.
Hay qué aceptarlo: el problema de PEMEX en irreversible e insalvable si a la empresa y a la economía nacional la siguen manejando quienes no saben menearle a ese caldo.
Bloomberg, el embajador norteamericano en México y especialistas franceses, alemanes, italianos, españoles y canadienses, están viendo el desastre que es la política económica de nuestro País.
A ese nivel de descrédito abona aún más un nuevo conflicto por el yacimiento Zama, que en un 70% pertenece a la empresa privada gringa Talos Energy, que ganó la explotación de ese polígono y sobre el cual PEMEX dice populistamente que esa riqueza descubierta le pertenece a México.
Como se encuentra en aguas profundas, se requiere una tecnología que PEMEX no tiene y además, con ese reclamo a la empresa privada, está violando contratos firmados, lo cual genera un clima de desconfianza jurídica que va a ahuyentar a los inversionistas. Más aún después de lo que ocurrió con la cervecera de Mexicali.
Empresarios, aquí tienen otra mala señal. El gobierno de la 4T no está respetando contratos legalmente establecidos. A lo mejor se firmaron en el sexenio pasado, pero son documentos de validez aquí y en China; hoy, lo fueron ayer y lo serán mañana.
Y ante esto ¿qué hacer y quiénes deben hacerlo? Históricamente, cuando un gobierno actúa de manera errática, anquilosada, obsoleta y caduca, como Venezuela, Nicaragua, Cuba, Bolivia, la última instancia para entrarle al quite es el empresariado, que negocia, se opone, critica, presiona y hace valer su rol de contrapeso.
Pero aquí, del CCE para abajo sirven de tapete a los designios de MALO. Las ideas vanguardistas de lo que es hacer empresa, no se les ven por ningún lado a los líderes de la IP.
Primero se necesita una reforma fiscal pero el titular de Hacienda ya dijo que no, porque su amo así se lo mandó.
Entonces, ¿qué vivimos hoy? Un episodio más de las costumbres del poder, donde la omnipotencia del presidente en turno lo único que ha hecho en este vapuleado país, es cambiar de colores políticos.