Enfrente lo que sea
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La vida está compuesta de dos grandes fuerzas: lo que acontece y la manera como reaccionamos ante lo que acontece. ¿Tiene usted la fortaleza suficiente para enfrentarse a lo que venga? Aquí la encontrará
Algunas personas se sienten apachurradas por contrariedades menores —digamos por problemas de tránsito, o por no haber sido promovidas en su trabajo. Pero ¿qué ocurre cuando esas mismas personas se enfrentan a una adversidad severa, digamos a un colapso financiero o a una enfermedad inesperada?
Sea cual fuere el embate negativo al que la vida lo enfrente —y siempre habrá mucho de esto en su existencia—, la cualidad que debemos cultivar para superar los infortunios se llama ‘fortaleza’ (una de las cuatro virtudes cardinales).
Fortaleza es la habilidad que tiene una persona para recobrarse de las adversidades, y es un rasgo tan importante para los seres humanos como lo es el hule para las pelotas y para las llantas de los coches —sin fortaleza no rebotamos ante los golpes de la vida.
Aunque algunas personas parecen ser mejores que otras para enfrentar las circunstancias, la fortaleza no es algo que se trae impreso en los genes desde antes del nacimiento, sino que se trata de una cualidad adquirida a medida que cada quien transita por su propia existencia.
La fortaleza es importante porque le permite a uno recuperarse de un revés y le facilita enfrentar el siguiente.
Desde el punto de vista militar, fortaleza es un lugar en el cual los soldados se sienten protegidos, o desde el cual pueden defenderse con seguridad.
Y es exactamente lo mismo desde el punto de vista personal; es decir, la fortaleza lo hace sentirse protegido por sí mismo, y siempre dispuesto a levantarse para seguir luchando (pero a diferencia de los soldados, la fortaleza no forma una coraza en la que rebotan todos los sentimientos). La buena noticia es que la fortaleza es una virtud que se puede construir.
La trascendencia
La fortaleza es hasta cierto grado una característica innata, pero los estudios indican que la fortaleza puede ser inculcada en personas que no tienen esa cualidad.
Hay numerosos ejemplos en los cuales un padre, un maestro o un pariente han enseñado a un niño o a un adolescente a apreciar sus puntos fuertes, para que puedan convertirse en personas adaptables y dispuestas a enfrentar los retos.
Aun en la adultez avanzada, todavía es posible aumentar la fortaleza. Y aunque no sean osadas ni dadas a la aventura, las personas con fortaleza siempre están dispuestas a luchar, incluso contra lo desconocido, y aun en los casos en que exista una oportunidad muy pequeña de éxito.
Las personas con fortaleza tienen la firme convicción de sentirse cómodas consigo mismas, dispuestas a darle la bienvenida a lo que venga y adaptarse a nuevas situaciones. Y están preparadas para enfrentar los problemas en vez de pedirle a alguien más que haga ciertas tareas por ellos.
Son personas que desarrollan un compromiso con un ideal. En otras palabras, son individuos que tienen muy claro su sentido de propósito.
Revise su vida
Para alcanzar una vida más plena, aprenda a organizar su tiempo y a concentrarse en sus metas. Y no olvide mantener el interés por el cambio, ya que el cambio no sólo le motivará para lograr lo que quiere, sino que le rejuvenecerá y, lo más importante, le llevará a mejores soluciones y a hacer de su vida un estado más disfrutable.
La vida es transitoria, no la desperdicie en hostilidades ni banalidades. Disfrute de cada nuevo día, observe la Naturaleza, su armonía y diversidad. Esas pequeñas cosas significan mucho y le proporcionan un enorme sentido de bienestar.
Trate de eliminar de su vida las cosas que no sean necesarias, disfrutables ni satisfactorias. Usted debe liberarse de esa carga. Si no lo hace será menos productivo y terminará muy cansado. Además las ideas no pueden fluir bien en su mente cuando usted lleva una vida tan cargada de elementos y responsabilidades. Pregúntese: “¿Qué es lo que me da satisfacción?”, luego dedíquese a conseguirlo. Y no olvide estar prevenido. “La persona prevenida vale por dos”, dice el viejo adagio. Estar prevenido es una excelente costumbre, y tiene dos grandes ventajas: (1) le ayuda a vivir más y (2) todo le cuesta menos. ¿Está usted haciendo más cosas que nunca, pero disfruta menos? ¿Está escalando la cima del éxito, pero se está apartando de lo que realmente disfruta y ama? Si éste es su caso necesita hacerle una pequeña revisión a su existencia.
Cómo crearse su fortaleza
Para los que desean construir su propia fortaleza, los expertos recomiendan lo siguiente: sea auténtico y desarrolle su verdadero yo.
Si usted ha pasado muchos años de su vida cultivando una falsa identidad para acomodarse a los lineamientos de su familia o a para verse aceptado en su círculo de amigos, necesita romper con eso y descubrir cuáles son sus sentimientos genuinos.
Ser auténtico es la clave de la fortaleza. Aduéñese de la situación. Acepte la responsabilidad de su vida. Tome decisiones que afirmen sus valores y normas. Reconozca que algunas cosas no se pueden cambiar. Tome el control de su propia vida. Busque la sintonía Vuélvase más atento a lo que discurre a su alrededor. Manténgase actualizado en política, sociedad, economía y desarrollo científico y tecnológico.
Una de las cosas más desconcertantes es encontrarse a uno mismo operando en un mundo que es cada vez más incomprensible.
Acepte el cambio
Aunque usted busque la estabilidad, se dará cuenta de que el cambio es algo que discurre en todas las facetas de la vida. Descarte lo que se ha vuelto ineficiente y obsoleto. Aumente sus activos Controle sus inseguridades y tome medidas para mejorar su autoestima.
Cualquier nueva habilidad o conocimiento que adquiera le ayudará a superar las crisis con mayor confianza y entereza.
Ejercite sus creencias. Si su fuerza deriva de su fe religiosa, de la familia o de su amor a la Naturaleza, dedique más tiempo a la oración, a su gente y a la observación del mundo natural.
Dese tiempo para disfrutar de la música, de la literatura, de caminar en los exteriores. Cualquier actividad que eleve su espíritu.
Regreso a las virtudes
Se acuerda de las viejas virtudes cardinales y teologales?
Las cardinales se llaman así porque son las que orientan las demás virtudes. Son cuatro: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
Las teologales son las que buscan acercarnos a Dios; son fe, esperanza y caridad.
Las virtudes cardinales son las que nos sirven para enfrentarnos a la vida…
Prudencia. Esta virtud nos pide reflexionar antes de actuar.
Justicia. Nos pide que demos a cada quien lo que le corresponde, con prevalencia de la buena intención.
Fortaleza. Nos da el valor para enfrentar todos los acontecimientos adversos de la vida (es la que guía el artículo de hoy)
Templanza. Nos pide que frenemos las bajas pasiones y los apetitos de la carne. Es sinónimo de cordura y sobriedad.
(Harvard Health Watch)