Entre diablos y pastores te veas
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Las pastorelas mexicanas son teatro y diversión, y sobre todo fe. Esa fe que en México mueve millones de personas a la Basílica de Guadalupe el 12 de diciembre, la misma que empuja a miles a recorrer el camino a pie desde su pueblo hasta el santuario guadalupano, o a recorrer varios kilómetros arrodillado y con una pesada imagen mariana de bulto atada a la espalda. La misma fe que cultiva la tradición religiosa de los pastores que, avisados por el ángel se encaminan a venerar al recién nacido Jesús. Siendo una tradición que comienza en la época colonial, el camino de siglos le ha impuesto cambios al género, pero nunca diferencias muy profundas, sigue conservando su propia esencia. Aquellas primeras representaciones de los franciscanos, encaminadas a la enseñanza “en vivo” de la religión católica a los indios naturales de la Nueva España, han evolucionado para convertirse en piezas teatrales regionales muy representativas que recogen las más cercanas tradiciones, costumbres y formas de la vida regional. Así “Entre Diablos y Pastores te Veas. Pastorela de Coahuila”, llevada a la escena por el Instituto Municipal de Cultura de Saltillo este fin de semana, con ocho funciones a teatro lleno.
La tendencia actual de la pastorela es la de rescatar e incluir aspectos culturales populares de la región que la produce. La música y las danzas están ya en la primera pastorela que se conoce, “La Adoración de los Reyes”, de fray Andrés de Olmos. La “Pastorela de Coahuila” recoge con éxito inusitado la música y la danza regional, desde los corridos de Rosita Alvirez y Agustín Jaime a la música más representativa del estado, interpretada por la Banda de Música del Estado dirigida por José Luis Ulloa, un conjunto norteño y un grupo coral. Al son de su música, los bailarines-actores ejecutan alegremente las formas musicales que caracterizan a Coahuila: redovas, polcas, mazurcas y el chotis, la “Contradanza de Arteaga” y “El Jarabe Pateño” de Jonás Yeverino, algunas piezas de los compositores coahuilenses más conocidos como Felipe Valdés Leal o Pablito Valdez Hernández, y hasta la “Obertura de Guillermo Tell”, de Rossini, para acompañar la huida de los demonios que acosan a los pastores. La obra incluye un Miguel Arcángel que dejó de lado las alas y en su lugar luce un bello penacho kikapú de plumas blancas con franja azul en la escena del duelo final con Lucifer. En la misma escena luchan entre sí los pastores y los diablos montados en sendos atuendos de la “Danza de Caballitos de Viesca”. La escenografía y la tecnología de audio e iluminación abonan al logro de las escenas, principalmente en las que aparece Lucifer, magníficamente bien interpretado por Lalo Montano, y su corte de los siete demonios, luciendo magnífica indumentaria alusiva al traje vaquero norteño y acompañados por un pequeño y simpático diablillo, así como en la imponente escena de la danza de los matachines con su bella indumentaria tradicional saltillense. La pastorela se abre a la inclusión y la diversidad sexual, entre la que sobresale el papel de Cynthia Molano, incansable luchadora por el respeto y la inclusión de la “Gente pequeña”.
El guion, de Iván Márquez Morales, es el resultado de una previa y exhaustiva investigación de las pastorelas tradicionales de los ejidos de Saltillo. La producción teatral es del Instituto Municipal de Cultura de Saltillo, comandado por el propio Iván Márquez, en coordinación con la Secretaría de Cultura del Estado, la Universidad Carolina de Saltillo y la colaboración de Leticia Rodarte. “Entre Diablos y Pastores te Veas. Pastorela de Coahuila” es un importante rescate de la cultura popular, los trajes regionales, la riqueza musical, folclórica y dancística y los diversos grupos étnicos de Coahuila. Vale la pena verla.