EPN: ¿fue útil la reunión con Trump?
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El presidente Enrique Peña Nieto sostuvo ayer un breve encuentro privado con el aspirante presidencial republicano Donald Trump. Como era de esperarse, antes y después del encuentro el tema principal que ha ocupado el centro de la discusión pública ha sido la reiterada animadversión mostrada por el magnate en contra de nuestro país.
Tal hecho, que ha sido uno de los rasgos más importantes de su proyecto por suceder a Barack Obama en el despacho principal de la Casa Blanca, ha llevado también a la formulación de fuertes críticas en contra del mandatario mexicano porque no parece clara la utilidad de reunirse con alguien que, teniendo ciertamente posibilidades de convertirse en el próximo Presidente de los Estados Unidos, no es hoy alguien que pueda tomar decisiones.
¿Por qué entonces discutir con él sobre la posibilidad de que se construya en territorio estadounidense un muro –del tamaño y la longitud que sea– y sobre quién va a pagar por él?
La utilidad del encuentro se vuelve aún más cuestionable cuando, en la conferencia de prensa conjunta que ofrecieron el mandatario y el candidato, Trump dijo que se había discutido sobre “la necesidad” del muro, pero no sobre quién debía pagar por él, pero unas horas más tarde, en un evento público en Arizona, reiteró la idea que ha planteado en múltiples ocasiones: nuestro país deberá pagar el costo del aislamiento.
Frente a tales hechos, se antoja considerar la posibilidad de que la invitación formulada por el Presidente de la República a los aspirantes presidenciales de los Estados Unidos haya sido acaso un acto de ingenuidad o un pésimo cálculo político a partir de muy malos consejos de sus asesores.
Y es que a primera vista no parece haber ninguna ganancia en el encuentro. Al menos no para nuestro país, aunque podría ser que para el aspirante republicano sí, pues el haber viajado a México y tomarse una foto con el titular del Ejecutivo acaso le permita “venderse” ante los votantes latinos como alguien que sólo está en contra de los delincuentes.
Habrá que esperar al segundo encuentro, al que asistirá Hillary Clinton, y ver si al final la balanza se inclina de nuestro lado para que las declaraciones posteriores a la reunión sean más relevantes y no sólo un manojo de frases forzadamente corteses.
Habrá que esperar a eso para ver si, como el Presidente ha sugerido, en realidad hizo bien en salir a “tomar el toro por los cuernos” y confrontar directamente a un aspirante presidencial que, como nunca antes, decidió hacer de México uno de los ejes fundamentales de su campaña, pero tal decisión no es una que pueda alegrarnos.
En el balance inicial no parece que hayamos ganado algo y sí que podría haberse corrido un riesgo innecesario al mostrar un activismo excesivo en un proceso electoral cuyo resultado, si bien nos importa, es una decisión que sólo corresponde a los votantes estadounidenses.