Ésta es una historia triste
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Ésta es una historia triste.
De esas que no me agrada contar.
De esas que dan rabia.
De tan impunes.
Y es la historia de la gente que vive en los pueblos del municipio de Francisco I. Madero, Coahuila.
En la Comarca Lagunera.
Que yo llamo la región del arsénico.
O sea de la muerte.
Y de la indolencia del Gobierno ante la muerte.
Dos veces ya he visitado aquella región.
La primera para contar la historia de los sobrevivientes del arsénico.
De los que vivían enfermos por beber el agua de los pozos y norias contaminados con este veneno que, aclaro, nadie fue a tirar, es cosa de la naturaleza.
Y últimamente de las empresas lecheras.
Por la sobreexplotación de los mantos freáticos que han provocado con la producción inmisericorde de forrajes y de leche.
Ya sabe a qué compañía lechera me refiero.
Pa qué se hace.
La segunda ocasión que fui a Madero.
Fue hace poco menos de un mes.
Y esta vez fue diferente.
Porque me encontré con que aquellos sobrevivientes del arsénico, de los que habíamos contado sus historias, ya habían muerto.
La gente que yo había entrevistado en aquel primer reportaje, ya se había muerto.
Unos de cáncer.
Otros amputados de sus extremidades.
En fin.
Y todos en el abandono.
No.
Ya se imaginará.
Quise llorar.
De ver que nadie hace, o hacemos, nada por esa gente.
A pesar de que este problema de salud, causado por esta contaminación, no es nuevo y está más bien, como me dijeron algunos médicos expertos en el tema, sobreestudiado.
Muchos artículos científico escritos e impresos en miles de millones de cuartillas y nada.
Papel inútil.
Y luego la Secretaría de Salud diciendo que el hidroarsenicismo es un mito.
Qué bárbaros.
La estrategia de las autoridades para ahuyentar a la prensa,
Creo.
“Ya fallecieron. Todos los que usted vino a entrevistar hace 10 años, ya se murieron”.
Me dijo doña Mati, la auxiliar de Salud del pueblo de Finisterre, en aquella región.
Y a mí se me encogió el corazón de pura tristeza.
Fue como cuando a uno le dan de golpe la noticia de que un familiar o un amigo muy querido ya se ha ido de este mundo.
Por eso le digo que esta es una historia triste, de esas que no me gusta contar…