EU no cree que AMLO esté combatiendo al crimen organizado
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López Obrador tiene razón en la forma como descaradamente Estados Unidos se entromete regularmente en los asuntos internos de México, y se debe frenar
De acuerdo con una columna publicada por Raymundo Riva Palacio en VANGUARDIA, Andrés Manuel López Obrador ve a la DEA según la óptica ideológica del momento.
Ya que en el caso de la detención del general Salvador Cienfuegos, es una violación a la soberanía nacional. López Obrador tiene razón en la forma como descaradamente Estados Unidos se entromete regularmente en los asuntos internos de México, y se debe frenar.
El Presidente habla en serio, o sólo grita para sus audiencias domésticas; si está determinado a tomar medidas concretas al respecto, o volverá a agacharse cuando el presidente Donald Trump lo vuelva a ver feo. ¿Está dispuesto finalmente a defender a México, y dejar de entregarse a los deseos estratégicos del jefe de la Casa Blanca? Si el tono de su indignación es real, tendrá el apoyo de muchos; si es una molestia pasajera, pese al machetazo que le propinaron en las piernas que sostienen buena parte de su gobierno, seguirá acumulando el desprecio de quienes pensamos que hincarse ante Estados Unidos es inaceptable.
López Obrador es el Presidente más entreguista que ha tenido México en la memoria, bajo el argumento que no quiere pelearse con Trump para que no tome decisiones que afecten su proyecto de reforma. Desconoce que hay otras formas de evitar un conflicto sin tener que ser genuflexo, y aunque es tarde para esconder el polvo de las rodillas, es un buen momento, pertinente, para corregir.
Con respecto a la DEA, López Obrador debe preguntar sobre el expediente que tiene el gobierno mexicano, donde verá que después del secuestro del doctor Humberto Álvarez Machaín, relacionado con el asesinato de su agente Enrique Camarena Salazar, el gobierno de Miguel de la Madrid exigió que los agentes de la DEA fueran registrados como tales en la lista diplomática oficial. Relaciones Exteriores y la Fiscalía saben a detalle cuántos, quiénes y dónde se encuentran los agentes de la DEA en México, y una señal de molestia real sería, con discreción, expulsar de este país al jefe de la agencia antinarcóticos, por haber violado los convenios de colaboración bilateral y embarcarse en una clara acción de espionaje.
El Presidente tiene la autoridad política y moral para ejercer esa presión y poner límites a sus actividades en México. Sin embargo, hay asegunes. La razón por la cual lo mantuvieron en ascuas sobre lo que iba a suceder con el general Cienfuegos y que Estados Unidos intervenga conversaciones telefónicas desde su territorio –para darle la vuelta legalmente al espionaje-, es porque no creen que el gobierno mexicano, y en particular López Obrador, esté combatiendo al crimen organizado. Como está en los documentos del Caso Cienfuegos, creen que lo que se brinda es protección.
La percepción no se cambia con gritos en las mañaneras, sino con acciones concretas. Si existe respeto y que esas acciones extralegales de los servicios policiales y de inteligencia cesen, debe probar que se encuentra en la misma línea de combate a la delincuencia organizada trasnacional que el mundo, y no del otro lado de la trinchera, como aparentemente lo ha estado hasta ahora.