EUA: otro electorado impredecible
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Las encuestas han vuelto a fallar, ahora en Estados Unidos. Los más complejos algoritmos y los más sofisticados modelos de predicción utilizados por todas las casas encuestadoras –o al menos por las más importantes– demostraron su ineficacia en la contienda presidencial estadounidense.
Con los datos conocidos al cierre de esta edición, todo apuntaba a otro estrepitoso fracaso de quienes tienen por oficio pronosticar los resultados que surgirán de las urnas luego de contar los votos de los electores, pues de acuerdo con la mayoría de las encuestas la probabilidad de un triunfo de Trump era cercana a cero.
Antes de la jornada de ayer, los encuestadores fallaron en Reino Unido, pronosticando la derrota del Brexit, y en Colombia anticipando una abrumadora victoria del “sí” en el referendo sobre el acuerdo de paz con la guerrilla de ese país.
En México, tal como lo sabe cualquiera medianamente enterado de las vicisitudes de la política nacional las casas encuestadoras se han especializado en errar sus pronósticos en los últimos años.
¿Qué es lo que ha ocurrido con la técnica de la predicción? ¿Acaso la estadística –esa parte de la matemática, la “ciencia exacta” por antonomasia– ha caído en la obsolescencia?
Ya vendrán seguramente los especialistas a explicarnos dentro de poco. Pero ayer, según indica la evidencia, en los Estados Unidos se actualizó una advertencia que no pocos analistas realizaron antes de la jornada electoral: existe un “voto oculto” a favor de Donald Trump que no está siendo medido por las encuestas.
¿Por qué muchos de quienes ayer salieron a depositar su voto a favor del neoyorkino ocultaron su verdadera intención cuando fueron cuestionados por los encuestadores? Ésa es, sin duda, una pregunta aún más difícil de responder y será tarea de los antropólogos y psicólogos sociales intentar aclarar el misterio detrás de ella.
Por lo pronto, sin duda alguna el mundo entero está asistiendo a la “crisis de las encuestas” y eso no le viene nada bien a una industria cuya viabilidad depende enteramente de su fiabilidad.
No se trata solamente de las encuestas electorales, sino de la utilidad de dicho instrumento para tomar múltiples decisiones importantes –con un mayor grado de certeza, se supone– en casi cualquier campo de la vida colectiva.
La inferencia estadística, como herramienta, representa uno de los elementos esenciales del trabajo de muchas personas alrededor del mundo. De las mediciones realizadas a través de sus métodos dependen múltiples decisiones que afectan casi cualquier aspecto de la vida de prácticamente todos los que habitamos este planeta.
Después de esta imprevisible elección, sin duda habremos de asistir a una discusión importante sobre el futuro de las encuestas y de las casas encuestadoras. Valdrá la pena escuchar los argumentos con los cuales se intentará recuperar la confianza del público en un ejercicio que ayer volvió a fallar de forma estrepitosa.