Febrero loco
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Y luego le agregan “y marzo otro poco”.
No sabemos si es calumnia meteorológica. Muchos escogen febrero para hacer sus vuelos porque piensan que los patrones de clima van creciendo en estabilidad. La locura de este mes veintiochesco en sus días, por su año no bisiesto, puede conectarse hoy con la insensatez y la intrepidez de los acontecimientos subcontinentales.
Un plazo vencido en que se requiere jugada de respuesta en el tablero del ajedrez político de la nación petrolera. Es el jaque mate de varias naciones a quien se considera estar usurpando el gobierno por elecciones no bien realizadas. El interinato legal, surgido por esa anomalía, se presenta en una presidencia encargada de promover elecciones libres. Reclama la salida inmediata prometiendo amnistía o anuncia derrocamiento y sanción.
Se abre la disyuntiva de huída indemne o de aplicación de fuerza, con apoyos externos para derrocamiento y captura. En este día de las candelas se vence el plazo. El reconocimiento internacional apoya el interinato (que no tiene fuerza armada) para convocar a elecciones y desconoce al actual régimen que considera espurio. Como en toda locura, se abre la interrogación acerca de las actitudes que se tomen y el modo de aplicación de los medios necesarios.
La mediación para la solución pacífica ofrecida por México y Uruguay no parece progresar por la condición de no repetir estilos anteriores ineficaces, sino sólo dialogar cómo; sin violencia puede cesar la usurpación y organizarse la elección de una presidencia apoyada en mayoría de sufragio sin fraude.
En las familias, como en los corrillos de amigos, se da el balanceo de las opiniones, de los pronósticos, de los pros y los contras. Quienes no se tragaron el niño de la rosca de Epifanía están comprometidos, por tradición vernácula, a dar tamalada en este día a quienes compartieron la merienda el Día de Reyes. En vísperas del espectacular encuentro de futbol americano, deshojan su tamal y ya se prepara la botana del día siguiente para el espectáculo deportivo en la pantalla del televisor. Es otro tornillo flojo de este febrero enloquecido.
Con tres semanas completas y dos partidas a la mitad, el mes, con traje de brinca-charcos, ofrece sus días recortados por austeridad de duraciones para que muchas locuras históricas y anecdóticas se vayan colgando en el tendedero de sus semanas disminuidas.
Locura no es necesariamente calamidad. Puede ser también originalidad creativa, sorpresa inesperada, coincidencia repentina, estreno sorprendente, gracia, buen humor y comicidad regocijante.
Es este un mes que empieza con fin de semana de disyuntivas venezolanas, de candelas rituales, de tamalada amistosa o familiar y de “tacleadas” atrapadas y touchdowns espectaculares en pantallas destellantes, se dan también otros centros de interés en que se vive la experiencia del
encuentro, la convivencia, la conversación y la plegaria litúrgica...