¿Feliz novedad anual?
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Lo viejo y lo nuevo. Lo que termina y lo que empieza.
Lo vivido y lo por vivir. El pasado y el porvenir. El ya y el todavía. El adiós y el hola. El recuerdo y el proyecto. Despedida y bienvenida. Es la bisagra en la duración. Algo se cierra y algo se abre. Parteaguas le llaman. Frontera (que no muro). Oruga y mariposa. Año que se hace historia y año que quiere ser promesa.
En el mundo de la fe se dice gracias y perdón en lo transcurrido y luego se eleva la súplica de gracia para seguir. La gente se siente solidaria. Busca encuentros. Quiere acompañar y ser acompañada. Intenta festejar el viaje de la vida con otros pasajeros, con amor de preferencia y con amor universal.
La frase es una trilogía.
Se habla de felicidad, de tiempo y de novedad.
Sólo en tres palabras repetidas sin límite de veces: ¡Feliz año nuevo! se dice estrechando reciamente la mano (mientras más fuerte el apretón más grande el afecto) o abrazando con sonoras palmadas en la sufrida espalda (mientras más sonoras más afectuosas).
Quien escucha este saludo se convierte inmediatamente en eco. Sólo dice lo mismo quien lo recibe. Claro que el año no puede ser feliz. Si se dijera “que seas feliz en el año nuevo” habría más exactitud en la expresión. La palabra cronológica señala el año, aludiendo a la próxima vuelta del planeta alrededor del sol. Doce meses, trescientos sesenta y cinco días (si no es año bisiesto, alargando febrero con las 24 horas gloriosas que le cuelgan la medalla de un día más a sus 28).
Pero la felicidad no tiene residencia de tantas habitaciones. Se conforma con colmar el pequeño cuarto del momento presente. Es ese su domicilio único. Sólo se hace presente en el aquí y el ahora. Ahí espera todos los momentos siguientes para ungirlos con su dicha. No es feliz un momento sólo por ser momento, lo que le da su indumentaria de alegría es su calidad de presente. Todo lo que viene del futuro y llega al presente se inunda de felicidad.
Y en el saludo habitual parece que el año sólo puede ser feliz si es nuevo. Si se estrena, si se empieza, si no se ha vivido ni se está viviendo. Pero cualquier posesión no puede calificarse por su novedad. Se considera tiempo nuevo el que aún no se ha vivido. El momento presente va dando la bienvenida a los nuevos momentos que se van viviendo, poniéndoles el uniforme de la felicidad.
El presente parece una ventana siempre luminosa. Todo momento que pasa se ilumina con su resplandor. Se convierte en un momento amanecido. Por llegar al presente se hace feliz sin importar su equipaje.
Así un mejor saludo al terminar un año podría ser: “Que siga en tu presente la alegría para todos tus momentos en el año que empieza” o “que cada momento que llegue estrene la felicidad de tu presente” o, más breve: “feliz presente en todo el año”... Salvo mejor opinión... Amigos, ¡qué tengan feliz presente en todos los momentos del año que llega!