Fiesta de la palabra
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¿Nos hace mejores? No, pero sí. En un sentido no, y en otro sentido sí. Leer no convierte a las personas en más interesantes o importantes o más atractivas que otras. No añade ese aire de suficiencia con que algunos intentan hacer sentir a quien se les atraviese en el camino por el simple acto de leer.
Leer, sí, nos hace mejores en un sentido de ayudar al ser humano a ser una persona con mayor espíritu de solidaridad, de tolerancia, de empatía, de humildad. Le ayuda a tener fe y confianza en un mundo más bondadoso, más agradable, más consciente. A tener esperanza de que ese mundo cambie a pesar de las hostilidades, de los rencores, de las dudas y de las incertidumbres.
Leer favorece el pensamiento crítico y estimula el cultivo del conocimiento. Contribuye a fortalecer lazos con otros seres humanos, a comprender el mundo por el que atraviesan, a entender sus problemas y los nuestros. A encontrar un panorama de oportunidades y comprender el entorno.
Nos hace contemplar la bahía y nos hace escuchar el sonido del mar sin haber estado siquiera antes en sus inmensidades, en la profundidad de su seno, en el majestuoso atardecer del que es a un tiempo protagonista y testigo.
Nos permite introducirnos en la piel de otro y aceptar sus diferencias. Comprender las nuestras con respecto a otros y practicar el respeto.
También nos hace soñar e imaginar campos poblados de flores; mantos de estrellas en el cielo y soles imposibles. Pavimento, grava, edificios de concreto y ventanas a través de las cuales cruzan los primeros rayos de la mañana. O la hoja del árbol que no cae, dibujada con palabras que no habrán de irse nunca mientras alguien se siga inspirando en ellas.
Cuando la lectura es divertida, entonces que se suelten las carcajadas, que se abra la sonrisa que permanecerá en los cuartos iluminados del corazón. Recuerdos que seguirán por siempre.
La palabra que permanece. Variarán las formas, variarán los métodos, variarán las presentaciones, pero el libro que ayuda a ser permanecerá mientras los hombres sigan pensando que en algo les puede cambiar en su interior.
Leer no hace a alguien más o menos importante. Leer ubica en el mundo que se está pisando. Y hace entender el mundo de los otros, cuando quien lee lo hace con la mente fresca, abierta, franca.
Por eso y muchas bellas razones más, la permanencia de la Feria Internacional del Libro Coahuila es una nota de esperada alegría.
Desde su inicio, idea de la inteligente y sensible promotora cultural Patricia Gutiérrez Manzur, la Feria se proyectaba como una fiesta de las letras. Una fiesta a la que acudir llevando las alforjas listas para ser llenadas. Alforjas del pensamiento, del cultivo del conocimiento, de la diversión. Todo listo para ser empacado.
Uno a uno los continuadores del proyecto han hecho de este festejo anual un acto esperado por los habitantes de la región. La Feria del Libro, hoy bajo la férula de la secretaria de Cultura, Ana Sofía García Camil, con la decidida coorganización de la Universidad Autónoma de Coahuila y su rector, Salvador Hernández Vélez, y el equipo de ambos, aunado a un enorme grupo de instituciones, viene a reforzar todas las emociones que provocan los libros: la emoción de aprender, de disfrutar, de entender y de amar.
Porque, al fin de cuentas, se trata de un acto supremo de amor el intentar comprender lo que pasa al otro, en todas sus formas y caracterizaciones: ser humano, animales, naturaleza. Entender que todos formamos parte de un paisaje en un momento dado y que es, tan sólo, un periodo. Un espacio acotado por determinado número de años.
El niño, la niña, el joven, la joven, el hombre y la mujer, el anciano y la anciana, cuyas miradas se encuentran fugazmente en esta esperanzadora Feria del Libro, tejen una historia de historias que habrá de permanecer mientras permanezca su fe en un mundo promisorio.
CLEMENTINA DÍAZ Y DE OVANDO
En la presentación del libro “Los Primeros Hijos de México”, Vicente Quirarte y Javier Villarreal Lozano recordaron a una promotora incansable de la lectura, la querida académica Clementina Díaz y de Ovando. Quirarte comentó la información de que una librería ambulante montada en un camión circulando por diferentes partes lleva el nombre de la querida y emblemática maestra de la Universidad Nacional Autónoma de México. Señal de cómo las personas y vocaciones trascienden.