Frustrados
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En el norte de México estamos frustrados. Nos sentimos impotentes ante los pecados capitales cometidos por Andrés y su gobierno. En efecto, hay mucho por qué estar frustrados.
Andrés nos está regresando a la era del presidencialismo imperial, en el cual imperan los caprichos, no las buenas ideas.
No sé cómo catalogar la actitud del Presidente hacia los narcos. ¿Es condescendiente, ingenua o de plano ridícula cuando los exhorta a enmendarse usando palabras como “fuchi”?
A diferencia de El Bronco, no se ven soluciones en el horizonte. Nuestra frustración tiene una explicación, pero de nada nos sirve. El problema es cultural y muy profundo.
México se dice es un mosaico de diversidad. Cuando menos hay tres países en uno solo, si no es que cuatro. Lo digo por los estilos de administración que típicamente existen en nuestro territorio.
En el norte, nos parecemos a los americanos. Su influencia es muy grande. Hay mucha gente que habla inglés y tenemos la vista puesta en la modernidad.
En el centro del País, imperan empresarios con estilos de administración que podríamos llamar aristocráticos, en los que el patrón es absoluto y los empleados son considerados como sirvientes.
En el sur, tenemos poblaciones enteras que se rigen por usos y costumbres ancestrales. Están viviendo en épocas predemocráticas. En el lado positivo, son culturas comunitarias con grandes dosis de solidaridad. Gracias a eso hay paz en el País, porque no están siquiera plenamente conscientes de sus derechos que podrían convertir en exigencias.
La cuarta cultura es la de las ciudades fronterizas, una especie de situación caótica en la que convergen todos los estilos de administración y todos los estilos de gobierno. Por eso la criminalidad tiene especial acomodo.
En este contexto multicultural, fue llevado a la presidencia alguien que representa la cultura comunitaria. Andrés pertenece al sur, a quienes viven más de la generosidad de la naturaleza que de la invención, la innovación o el trabajo organizado y sistematizado.
Si en el norte el tiempo es oro, en el sur el tiempo es un cubo de hielo. Hay una gran cantidad de mexicanos que no viven diferente de como vivían hace doscientos años. México se gobierna en nombre de estas personas, pero con los métodos de gobierno de antaño. Cero modernidad.
No menos importante es notar que tenemos dos sistemas de ética que también existen a nivel mundial y distinguen el primer mundo del tercer mundo.
En el sistema de ética anglo-sajón, el trabajo es la fuente legítima de riqueza. En el sistema del tercer mundo, la lucha por la supervivencia genera una ética estrictamente pragmática. Se vale robarle al rico para darle al pobre. La capacidad para hacer transas se ve como un arte válido. Se vale hacer transas y el fin justifica los medios.
Todo el discurso de Andrés está desbordante de esta ética pragmática. Por eso habla tanto de corrupción a la vez que es un generador de desorden. Existe para él un desequilibrio que trata de arreglar a como dé lugar. No importa sin en el esfuerzo le da un tiro de gracia a la educación mediante concesiones absurdas a la CNTE, o deja al campo mexicano fuera del presupuesto de egresos para 2020.
Esta importancia diferencia cultural y ética del presidente respecto a los valores de trabajo y esfuerzo que son admirados en el norte del País, impiden siquiera comunicarnos con el presidente. No nos entiende, no nos ve y lo poco que ve lo tuerce para hacerlo cuadrar con su política de quitarle al rico para darle al pobre, sobre lo que sea.
Andrés sólo entiende cuando los rivales muestran una fuerza muy superior, como en el caso de Trump, o una tenacidad suicida como el caso del CNTE. Eso de tomar el Congreso y ser premiados francamente es inconcebible para la gente del norte. Allá en el sur es simple un acto para llegar a la justicia.
Si estuviéramos solos seríamos primer mundo. Tratando de empujar una carreta sin ruedas seguiremos varados y frustrados en el tercer mundo.
javierlivas@infinitummail.com
