‘Fuerza Coahuila’, ¿es o no un cuerpo ‘de élite’?
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En cualquier país medianamente desarrollado del mundo resulta normal el surgimiento de cuerpos de policía —o divisiones—“de élite”, es decir, agrupamientos entrenados y equipados para actuar en circunstancias particulares que demandan el concurso de individuos altamente especializados en determinadas tareas.
Todos hemos escuchado —o visto— las siglas SWAT —acrónimo de Special Weapons And Tactics— con el cual se identifica a las “fuerzas especiales” de los cuerpos policiales en Estados Unidos.
Como su propio nombre lo indica, se trata de cuerpos dedicados a “operaciones especiales”. En otras palabras, no se trata de agrupamientos creados para la realización de las tareas ordinarias de las cuales se encargan los uniformados regulares.
La razón de ello es muy sencilla: el entrenamiento y equipamiento de quienes integran estos equipos es demasiado costoso como para “desperdiciar” sus habilidades en realizar tareas que puede ejecutar sin problemas un elemento regular, sea policía o agente de tránsito.
Dicho de otra forma, utilizar a policías de élite en tareas ordinarias equivale a contratar especialistas en salud pública para barrer las calles, o expertos en hidráulica para regar los jardines públicos. Hay tareas que demandan conocimientos especializados para su realización y tareas que no. Confundir estos dos hechos equivale a tirar dinero a la basura.
El comentario viene al caso a propósito del reporte periodístico que publicamos en esta edición, relativo a las tareas que están realizando los elementos de la corporación “Fuerza Coahuila”, presumiblemente un cuerpo policial de élite y no una corporación ordinaria.
Y es que si la apreciación es correcta, y los elementos de “Fuerza Coahuila” son policías “de élite”, resulta difícil comprender que se les vea realizando labores de vigilancia en una escuela secundaria o “decomisando” vehículos a presuntos deudores morosos de sus derechos vehiculares.
La pregunta es obligada: ¿no podrían acaso estas tareas ser realizadas por elementos policiales ordinarios, o por agentes de tránsito?
En otras palabras: para interceptar automovilistas morosos y ejecutar en su contra los medios coercitivos para obligarles a regularizar su situación fiscal, ¿se requiere la intervención de un policía entrenado —al menos en teoría— para realizar tareas de rescate de rehenes, detención de individuos peligrosos, o el control de disturbios callejeros?
Resulta difícil entender cómo para requerirle a un automovilista común y corriente el pago de sus impuestos, o para vigilar la seguridad de una escuela a la cual asisten menores de edad, se requiera algo más que un policía uniformado o un agente de tránsito.
A menos, claro, que todos nos hayamos equivocado en la apreciación y en realidad “Fuerza Coahuila” no sea una policía “de élite”.