Hablando de mezquindades y traiciones…
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“Necesitamos líderes que no estén enamorados del dinero, sino de la justicia, que no estén enamorados de la publicidad, sino de la humanidad”.
Martin Luther King
Sin duda, hoy día estamos viviendo una política gubernamental cargada de vacíos, de tensión y de ausencia de perspectiva. Y esto genera desinterés y hartazgo, exactamente lo mismo que llevó a las urnas en 2018 a 30 millones de mexicanos a mandar a la goma a los partidos políticos tradicionales y abrirle el paso al movimiento de Andrés Manuel López Obrador. Esto puede provocar dos consecuencias: la ciudadanía se une y empieza a comportarse como tal, buscando soluciones a sus problemas comunes, verbi gratia, la inseguridad, la falta y/o precarización del empleo, el deficiente servicio de salud pública, ahora agobiado por una “austeridad” implementada con insensibilidad, pero sobre todo sin inteligencia, o bien, mantenerse en la distancia, alimentados por la indiferencia endémica que se padece en nuestro País, es decir, lo de siempre. La desafección de los mexicanos por la cosa pública forma parte de nuestra cultura, de nuestro ethos, refleja la manera en que hemos sido “educados”. Al sistema de los 70 años de hegemonía le fue de maravilla con el mismo, muy conveniente para mantenerse en el poder y desde ahí implementar toda una infraestructura que hasta la fecha subsiste. Y en ella se montó el PAN en los 12 años de alternancia y en la misma se sostiene la lopezobradorista. El PAN porque olvidó sus principios de doctrina cuando llegó al poder, y al dueño de Morena porque le viene de “nacencia”, como decía mi tía Tinita.
La proclamada 4T con la que ganó la elección en 2018, es un espejismo que se ha ido desvaneciendo en el día a día de estos 7 meses de gobierno. No hay nada nuevo bajo el sol, sólo una alineación diferente de intereses, pero es la misma mugre, aunque proclame en su cansina retahíla mañanera –que obsesión por estar en los medios, propio de quienes padecen vacíos interiores importantes– que es muy honesto y muy honesto y muy honesto… ¿No está convencido de ello o quiere convencerse a fuer de repetirlo? Su tozudez, de entrada, lo imposibilita para revisar con objetividad los sistemas institucionales de gobernabilidad y esto se refleja en su resistencia a dialogar con las otras fuerzas políticas; los menciona sólo para echarles la culpa del presente.
México necesita un Jefe de Estado, no una plañidera. ¿Hasta cuándo va a comportarse como el representante de todos los mexicanos? Él quiso ser Presidente de la república, 18 años le llevó lograrlo, ¿qué parte no entendió o se empecina en no entender? En lugar de tender puentes de entendimiento se enterca en levantar murallas. Eso ya está dañando al País y hará más difícil la gobernabilidad, y sin ella no se podrán generar las condiciones que nos lleven a alcanzar el bienestar generalizado que a todos nos interesa vivir, al margen de las filias y las fobias tan humanas que cada uno se permita llevar a cuestas.
Por otro lado, lo sucedido en Baja California es deleznable desde cualquier punto de vista. Jurídicamente es aberrante y éticamente es la antítesis del mundo del deber ser. Políticamente muestra el grado de descomposición que está pudriendo a nuestro País. El pluralismo político es un componente significativo de la democracia, los partidos son reflejo de una sociedad que piensa distinto porque tiene derecho a ello y así se reconoce en nuestra Carta Magna. Una de sus tareas sustantivas es servir a la formación de la voluntad popular, ofrecer alternativas viables de solventación a las problemáticas de la colectividad, presentarle a la misma responsables cualificados para la gestión pública, ser referentes de la democracia. Lo que aconteció en Baja California retrata todo lo contrario. Lo que los legisladores bajacalifornianos mostraron sin ningún prurito en la votación emitida para que Jaime Bonilla Valdez sea gobernador por 5 años –y no por los 2 años para los que fue electo por sus paisanos– es su falta de respeto a sus representados, el abuso desvergonzado de la posición que ocupan, la preeminencia de sus intereses personales, su desinterés por servir a México y a su patria chica, y su nulo patriotismo. No batallaron para ponerse de acuerdo en la consumación de semejante agravio a quienes les entregaron su confianza en las urnas.
En un régimen democrático los políticos están al servicio de los ciudadanos. Desobedecer a sus mandantes es inaceptable. La obediencia al electorado es lo que distingue a las democracias de las partidocracias. Parece que esto sigue sin digerirse en nuestro País, ni por gobernantes ni por gobernados. El costo es altísimo, ¿hasta cuándo vamos a seguirlo pagando? México es nuestro, no de quienes se alquilan dizque como servidores públicos. No me atrevo a afirmar que los diputados bajacalifornianos y quienes se sumaron a la perpetración de esta traición a su patria –porque lo que hicieron no corrió por cuenta de ellos nada más–, recibieron una cantidad en efectivo o sabrá Dios qué, para doblarse y perder la vergüenza, porque no tengo pruebas… pero no puedo evitar preguntarles: ¿qué les dieron a cambio de pasar por encima de su propia dignidad, de la de sus padres y de la de sus hijos?