Hablemos de Dios 73
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TEMAS
No Dios, sino las instituciones creadas por el hombre en su afán de tener y mantener poder, su especial coto de poder, es decir, la creación de la Iglesia, son tema de polarización, enojo público y rabia, y no polémicos sino claramente de división y enfrentamiento. Hace días acaba de pasar una vez más, desgraciadamente. Fue en Argentina, donde se votó en contra de una ley que es necesaria como protección a la mujer: ley de interrupción de un embarazo por decisión de la mujer. Es decir, la famosa ley aborto, como se conoce en toda América Latina. Y quienes tuvieron mucho que ver en la Cámara del Senado en haber sido rechazada la Ley, cuando ya había pasado positivamente en la de Diputados, fueron la Iglesia católica, los hermanos evangélicos y altos cargos del Gobierno argentino de Mauricio Macri, entre ellos la vicepresidenta Gabriela Michetti, la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, y una diputada, Elisa Carrió.
No Dios, sino los hombres hacen de esto un verdadero jolgorio y, claro, motivo no de la vida humana sino de la lucha de poder. El poder político. Así de sencillo. Bien decía ese escritor maldito, uno de mis preferidos y aún hoy, mal leído y condenado al fuego de la hoguera eterna, el divino Marqués de Sade en su libro tan breve como intenso, “Filosofía en el Tocador” –ya desde su título nos anuncia su bosquejo de fina ironía y franca provocación–, que el hombre en todas las épocas ha sido considerado en su deber en base a tres relaciones: 1) Lo que su conciencia y credulidad le imponen hacia un Dios o ser supremo. 2) Aquellos que están obligados a cumplir con sus hermanos, y por último, 3) Los que sólo se relacionan consigo mismo. ¿Con cuál de estas tres opciones congenia o sigue usted, señor lector? Buena filosofía y buenos puntos de un hombre entregado a satisfacer sus instintos, y el cual nos dejó algunas de las mejores páginas de la pornografía y erotismo universal.
Ya luego y en este mismo texto, a mata caballo entre la novela y el teatro, la estampa y la filosofía, espeta el “educador”, el Marqués de Sade en su filosofía para una adolescente virgen que, para fortuna de todos, lo deja de ser: “Qué la humanidad, la fraternidad y la beneficencia nos prescriban, conforme a ello, nuestros deberes recíprocos”. Y sólo por motivos de humanidad, madurez y responsabilidad (educación, que en Argentina está como en todo el continente, en el fracaso) debieron de haber aprobado la ley del aborto. Van las cifras del terror: entre 350 mil y 450 mil abortos se practican en Argentina, según datos conservadores y extraoficiales. Cada tres horas una niña de entre 10 y 14 años es madre en Argentina; según datos oficiales de la UNICEF el 69 por ciento de los embarazos adolescentes no son planificados.
ESQUINA-BAJAN
Es decir, lo mismo que pasa en México: no hay educación sexual para los niños y adolescentes. No obstante que la red de redes, Internet, está a la mano y con todo el poder de información disponible, nadie la consulta para medio informarse, sólo se intercambian fruslerías, memes y, claro, fotografías de las partes íntimas de adolescentes fogosos. Cuando se votó el aceptar la ley o frenarla (miércoles 7 de agosto) el Senado de plano la frenó: 38 votos en contra, 31 a favor, dos abstenciones y una inasistencia de 72 senadores. Este rechazo hace que la ley en Argentina se vuelva a proponer y a discutir en tribuna pública hasta el próximo año.
Y le recuerdo que quienes de verdad frenaron esta ley fueron los miembros de la Iglesia Católica a través del poderoso Opus Dei que aquí, como en toda Latinoamérica, tiene una fuerte presencia. ¿Quién cree en una institución tan desprestigiada como la Iglesia Católica, en los templos de los hermanos cristianos, en otro tipo de congregaciones y cultos cristianos? Imagino que usted y yo no, señor lector, pero su influencia es enrome, por ello se rechazó esta ley en Argentina. Y también por ello, por lo anterior que dividió grandemente a este país, hordas de ciudadanos argentinos fueron y “renunciaron” a ser católicos. Cosa que me hace gracia, vaya. Es algo ingenuo. Algo trivial e intrascendente a estas alturas de la vida, como lo dijo en su filosofía el divino Marqués de Sade: “La certeza que debe dominarnos es que ningún dios ha tenido nada que ver con nosotros…”.
Yo en lo personal, usted lo sabe, señor lector, creo en Dios. Fe rota todo el tiempo y con mucho de rebeldía de mi parte, pero sí creo, así de sencillo pero también creo que este Dios debe de estar imbricado en nuestra humanidad, la fraternidad y la beneficencia colectiva y bien común. Con el veto a la ley de aborto, en la Argentina de Mauricio Macri, se polariza un país quebrado al cual el FMI le impuso una fuerte y férrea disciplina fiscal y de pagos, cebándose el dinero de su deuda, claro, en los más jodidos. Y la derrota de la autorización de la ley fue obra de la Iglesia Católica, tan retrógrada como siempre, y como lo es aquí con el monje Raúl Vera López, protegiendo a sus curas pederastas a los hondureños sin educación.
LETRAS MINÚSCULAS
Hoy más que nunca debemos hablar de Dios. Por cierto, sólo tres países de América Latina reconocen el derecho a interrumpir el embarazo no deseado: Cuba, Guyana y Uruguay.