Hay que aprender a vivir con el bicho porque llegó para quedarse
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Viva, sin tener miedo. El bicho aquí va a seguir
El sentido común se ha perdido con las redes sociales. Eso llamado pensamiento, cavilar, discurrir; el pienso y luego existo, se ha evaporado con la única ideología imperante en el mundo hoy: Internet y la ignorancia. Ya no se escribe: se editan y se mandan “memes”; ya no se lee: se envían y se hacen “emoticones”. Usted lo sabe, este no es mi mundo. Ni quiero jamás pertenecer a él. Cuando inició esto de la pandemia del virus chino, atentos lectores como usted, que hoy me favorece con su lectura, me decían de una muletilla que publiqué una y otra vez: a quien esto escribe le valía madre el virus “creado en laboratorio”. Era sentido común lo anterior, al menos para mí. En esos días (los primeros textos que escribí fueron a últimos días de febrero y ya luego en pleno marzo en adelante) sólo lo intuía, hoy ya lo puedo probar. Insisto, no es cuestión de “ver” el futuro, sino de sentido común.
El 17 de abril y en portada, el diario “ABC” de España lo documentó: un científico francés, Luc Montagnier, Premio Nobel de Medicina en 1983, afirmaba que el SARS-Cov-2 (el temido coronavirus) “habría sido creado accidentalmente en un laboratorio chino”. Parte de su cita textual es la siguiente: “Eso de que el COVID-19 apareció tras una contaminación ocurrida en un mercado de animales salvajes, en Wuhan, es una bella leyenda. Imposible. Los científicos chinos son grandes especialistas. El virus salió de un laboratorio de Wuhan”. Perdón, señor lector, pero se los dije como siempre y con tiempo. Era intuición, la cual hoy se corrobora. Le creo al científico y no a la OMS. Virus económico, no tanto de salud, aunque las muertes han sido brutales en todo el mundo con especial énfasis en los viejos.
Lo más demoniaco de esto es que sacó de todos los humanos aquello de lo cual y de verdad estamos hechos, aquello que bulle y hierve adentro de nuestro cuerpo y era cuestión de un pretexto para hacerlo aflorar. En México salió a flote lo irracional y primitivo (ataques al personal médico de hospitales, incluido Coahuila), la ignorancia (nadie se educa en la buena lectura, sino en las noticias falsas de las redes sociales), el lado impositivo y dictatorial de las autoridades (literales y anticonstitucionales toques de queda y estado de excepción en varias ciudades y estados de la República Mexicana) y un largo etcétera que da dolor escribirlo. Pero, lo voy a hacer.
Dice el científico Luc Montagnier, Premio Nobel de Medicina: “Trabajando con mi colega y amigo Jean-Claude Perez, matemático, hemos analizado en los mínimos detalles la secuencia del descubrimiento y propagación del COVID-19. Y creemos que es bastante plausible que el genoma completo del coronavirus tiene secuencias muy semejantes a las del VIH, el virus del SIDA. Y pudo ser fabricado, producido en un laboratorio chino”. Guerra bacteriológica y económica, se los dije.
ESQUINA-BAJAN
¿Qué tenemos que ver usted y yo con esto, con el virus chino? Nada. Somos parte de esa “cultura del descarte” de la cual habla en uno de sus textos el papa Francisco, el católico. Usted y yo somos humanos descartables, señor lector. Somos sólo un número, una cifra que puede pasar de un día a otro de los vivos a los muertos. Y sin problema alguno. Somos descartables. ¿Entonces qué hacer? Pues algo sencillo: vivir. Vivir con el bicho a un lado. Sin miedo ni temor alguno, mientras la salud y la buena vida nos lo permitan y hasta donde se alcance. Lo dijo el maestro de Cafarnaúm, Jesucristo: “…yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. El parágrafo es de Juan (10:10).
Le soy franco, y usted lo sabe, nunca he guardado días de cuarentena. En cuarentena, en asilamiento y en soledad he estado siempre por vocación propia. Así somos los periodistas y escritores. Obligado nada. Al día de hoy he seguido haciendo mi vida “normal”. Aunque mi movilidad se ha visto afectada brutalmente. Todo cerrado. Pero trato de hacer lo mismo que hacía antes de la llegada de la pandemia del miedo. De hecho, le tengo otra noticia: usted si tiene algo de miedo y pavor, debe de superarlo. Debe de acostumbrarse a vivir… con el bicho. Incluso, apapáchelo, háblele bonito para que no lo muerda y lo mande de minero tres metros bajo tierra. Lea: un estudio de la Universidad de Harvard publicado en la revista especializada Science hace algunos días (ya disponible en línea en Internet), habla de lo siguiente: es conveniente que el aislamiento y distancia social para combatir al bicho, se prolongue hasta el año… 2022.
No es broma. Lo dicen y recomiendan los científicos (Stephen Kissler, autor principal del texto). El escenario alegre es el siguiente: distanciamiento social y todo mundo en sus casas hasta el 2022. El escenario duro, hasta el año 2024. En que se tenga una vacuna ya debidamente probada. El científico dice en su texto: “Lo que parece ser necesario en ausencia de otro tipo de tratamiento son los periodos intermitentes de distanciamiento social”. En dicho artículo científico también se habla de lo siguiente: para este invierno viene un rebrote perro de la peste china debido a que esta enfermedad se convertirá en un “padecimiento estacional”. El bicho llegó para quedarse. Por eso le recomiendo: salga usted a la calle y haga su vida. Viva, sin tener miedo. El bicho aquí va a seguir, afeitándose con usted en el espejo, en su cocina, en el bar de la esquina, en el autobús urbano… Este es el último texto que dedico directamente a tan molesto y ubicua alimaña. Tome usted sus decisiones y viva, señor lector.
LETRAS MINÚSCULAS
Agradezco al abogado y periodista, el atildado Luis Carlos Plata, el envío de los anteriores materiales científicos y periodísticos. Otros temas esperan. Otras buenas lecturas y vida esperan. Así sea.