Humberto: en la cuerda floja (de nuevo)
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Humberto Moreira quisiera ser aquel personaje que repite sin cesar una frase del filósofo Antonio Porchia: “hay sufrimientos que han perdido su memoria y que, por ello, no recuerdan que son sufrimientos”. Empero, él repite otra oración del mismo filósofo, en sentido contrario: “ellos me dirán que estoy en el camino equivocado, pero es el mío” (y se joden, añadiría Moreira).
Humberto duerme con los ojos abiertos. Los oídos alerta. Dolido por las traiciones. Sin comprender cómo y porqué su destino se torció para disolver su brillante futuro político, y terminar atravesado por la persecución y el juicio mediático de clases medias y altas que inhabilitaron su vida política para siempre.
Por ello, Humberto se percibe como víctima. Sin entender que su destino lo construyó él mismo a partir de su personalidad y sus decisiones. Él también olvida aquella vieja máxima: “en política no hay sorpresas sólo sorprendidos”. Y soslaya esa frase de la Biblia: “Más he aquí, la mano del que me entrega está conmigo en la mesa” (Lucas 22:21).
Hoy la historia da tres giros de tuerca implacables para acorralarlo en esa afirmación, de “su propio camino contra todos” y de “su victimización producto de la traición”.
Desde aquel 30 de junio de 2011, cuando el panista Ernesto Cordero destapó la cloaca de la deuda de Coahuila por “alrededor de 30 mil millones de pesos con su parte obtenida con documentos falsos”; Humberto se ha defendido a capa y espada con un argumento puntual: “soy inocente porque he sido exonerado de todos los cargos en mi contra, tanto en México como en España”.
Primer giro de tuerca: una acuciosa reciente investigación de “Mexicanos contra Corrupción y la Impunidad”, desnuda la debilidad de los procesos penales que condujeron a la “exoneración” de los participantes en la deuda (incluido Javier Villarreal y sus cómplices). Más aun, “una sentencia judicial revela que no hay constancia de que el dinero adquirido se haya utilizado en infraestructura (porque) fue desviado ‘con propósitos desconocidos’”.
Segundo giro de tuerca: antier, AMLO precisó en “la mañanera” lo siguiente: “la Procuraduría emite un escrito para exonerar de todos los delitos al exgobernador Moreira. Era todo una farsa. Por un lado (Calderón) públicamente decía: ‘Moreira (es un) corrupto debe ir a la cárcel’; cuando por cochupos (y) enjuages que hacían, porque eran especialistas en arreglarse, se exonera al exgobernador Moreira cuando EPN ya era presidente electo”.
Estos dos giros de tuerca cuestionan la legitimidad legal de la exoneración que blindó a Humberto y a su entorno cercano desde 2011. Y el segundo, de manera puntual, dicho por el Presidente, abre un boquete para su persecución.
Tercer giro de tuerca: Jorge Torres López, gobernador interino de Coahuila en 2011, será extraditado a EU por petición propia para enfrentar cargos “por asociación delictuosa para cometer lavado de dinero, fraude bancario y electrónico por 8.8 millones de dólares”.
Las posibilidades de que Jorge llegue a ser testigo protegido en libertad son altas; una vez que entregue los 8.8 millones de dólares a las autoridades estadounidenses.
De esta manera, Torres pasaría al exclusivo club de testigos protegidos vinculados a Humberto para cantar –por su propia salvación– en ruso o en chino mandarín, los detalles de su relación con Moreira. Los cantores, además de Jorge, son Rolando González, Javier Villarreal y Juan Manuel “Mono” Muñoz.
¿Qué le sucederá a Humberto con una exoneración frágil, un AMLO necesitado de chivos expiatorios olvidados a su suerte y un coro de “ángeles” dispuestos a salvar su pellejo para enterrarlo?
¿Quién lo salvará de estos tres violentos giros de tuerca de la historia? ¿AMLO? Imposible. ¿Elba Esther, su madrina? Dudoso. ¿Sus hermanos Rubén o Carlos? Menos.
Una vez más, Humberto enfrentará su propio destino, construido por sí mismo, solo.
@Canekvin