Immujer: ¿cómo evitar el estereotipo?
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Tras haber sido designada al frente del Instituto Municipal de la Mujer, Amal Esper Serur y el presidente municipal de Saltillo, Isidro López Villarreal, pidieron que a la nueva funcionaria no se le “juzgara” sólo a partir de que su formación profesional es la licenciatura en diseño de modas, porque tal circunstancia no podía tomarse como un indicador de sus capacidades personales.
Sin duda ambos tenían razón al realizar tal planteamiento, pues la formación profesional, aún cuando sea un indicador relevante, resulta insuficiente para señalar con autoridad si una persona es capaz de desarrollar un determinado trabajo o no.
Para realizar un diagnóstico que pueda considerarse más ajustado a la realidad, además del perfil profesional debe tenerse en cuenta la hoja de vida de la persona en cuestión; es decir, los antecedentes laborales y de conducta que tenga, así como las decisiones que tome una vez asumida la responsabilidad de que se trate.
Hoy ha llegado ese momento, tras darse a conocer una de las primeras decisiones adoptadas por la nueva titular del Immujer, con motivo de la próxima celebración del Día del Niño: la organización de una “tarde minifashion” con un spa gratuito para niñas.
De acuerdo con la información difundida a través de las cuentas de redes sociales de la dependencia, las niñas seleccionadas para el evento -90 en total- recibirán servicios de faciales, pintura de uñas, peinados, maquillaje y pedicure, como si se tratara de personas adultas.
Resulta sumamente difícil evitar el estereotipo; es decir, atender la solicitud realizada por la propia funcionaria, y su jefe, el Presidente Municipal, en el sentido de no “encasillarla” en el territorio de la frivolidad, cuando la mejor idea que logró desarrollar el organismo teóricamente encargado de promover un cambio cultural hacia las mujeres, lo es un monumento a la superficialidad.
Se podrá decir que estamos hablando de menores de edad y que no puede pretenderse que se promuevan para ellas actividades que demanden el comportamiento de un adulto, pero es que resulta muy difícil aceptar que, entre todas las opciones posibles, ésta pueda ser la mejor.
Casi cualquier persona con un mínimo de formación en otras áreas del conocimiento podría elaborar una larga lista de actividades culturales, por sólo poner un ejemplo, para desarrollar una jornada dedicada a la infancia y, por ende, a plantearnos con seriedad las necesidades fundamentales para su desarrollo integral.
Pero si a quienes dirigen el Instituto Municipal de la Mujer sólo se les puede ocurrir actividades vinculadas al mundo “de la moda”, lo único que se nos puede ocurrir a los demás es que, efectivamente, había razón en el señalamiento de que una formación como la que posee Amal Esper Serur no puede constituir la mejor carta de presentación para desarrollar un trabajo serio como el que demanda la dependencia que ahora dirige.