Inmanencia y trascendencia
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Acostumbrados a prometer lo que no vamos a cumplir, en el entendido de que el prometer no empobrece, a endeudarnos sin tener certeza de que podremos pagar, a comprometernos a bajar de peso, a tomar menos para cuidar la salud, a conseguir un mejor trabajo, a echarle ganas en las materias, a criticar menos, a ayudar más, en fin; va a terminar un año más de nuestra vida.
Lo cierto es que ahora sí este año es el definitivo. Ahora sí nos va a ir bien, se ve un futuro promisorio, las macrotendencias están a nuestro favor, será un buen año. Como el año que termina, el anterior tuvo las mismas características, nunca cruzamos los límites que nos propusimos y el siguiente se basará en las mismas promesas que a las primeras de cambio no se cumplirán o simplemente, como en años anteriores, se olvidarán.
¿A qué se comprometió el año pasado por estas fechas? ¿Lo cumplió? ¿En qué medida? ¿Volverá a ocurrir lo mismo? Esto no es nuevo, tenemos tiempo siendo especialistas en simular, en mentir, en engañarnos a nosotros mismos y a los demás; en manejar el doble discurso en cualquier área de la vida. No sé si sea connatural del mexicano, pero sí es claro que esta forma de ser la manejamos la mayoría; ojo, la mayoría, si usted es cumplidor y fiel a sus promesas, aquí hay un recoveco para no encajar en la media.
Sin lugar a dudas, el principio de inmanencia nos asiste y las 12 uvas, una vez más, serán testigos de nuestras promesas incumplidas. ¿Cómo salir de éste marasmo? Pensemos en la consideración que tienen los demás sobre nuestra persona. Ese será nuestro legado. Eso se dirá en todo momento, incluso hasta después de nuestra muerte. Con la forma de ser que tenemos ¿Queremos pasar así a la historia? Por supuesto, una historia muy doméstica. Porque en todo lo anterior, sólo hablamos de un piso mínimo y básico.
Lo contrario a la inmanencia, sería la trascendencia. Por ejemplo, ¿Qué hicieron algunos de los grandes que de cuando en cuando celebramos, recordamos y hasta se han convertido en una referencia obligada? Eran parte de un contexto, vivían en medio de una familia, en una comunidad determinada, con problemáticas distintas, pero igual que usted y yo, con retos a enfrentar. ¿Qué tenían de diferente a usted?
¿Se habla de todas las culturas? No, aunque todas tienen grandes riquezas culturales, espirituales, organizacionales. Se habla de las grandes culturas porque en éstas hubo grandes hombres que trascendieron en su forma de ser, de hacer y de pensar, y ahí están los testimonios y la evidencia que perpetuaron esas pequeñas y grandes acciones.
Muy probablemente lo que pasa cada año por estas fechas, el tema de las promesas y compromisos, no han funcionado porque se centran en nosotros y no en los demás, pero sobre todo porque nos gusta andar de “queda bien”.
La división del tiempo; los días, los meses, los años, la idearon las culturas, pero realmente el tiempo, como dice Heidegger, es un acontecer que se va desplegando entre el nacimiento y la muerte. Nuestro nacimiento y nuestra muerte. Realmente el tiempo no existe y el problema radica en que no hemos tenido en cuenta que somos seres en el mundo y, me atrevería a decir, para el mundo.
¿Cuándo pasaremos de la inmanencia a la trascendencia? Cuando estemos dispuestos a dejar huella y esa sólo se logra en virtud de un trabajo comprometido, sincero, honesto y desinteresado por quienes nos rodean, en los diferentes niveles donde pervivimos.
El tiempo es implacable, y eso que llamamos años seguirán pasando y el atragantamiento anual de uvas seguirá siendo como otras tantas cosas, un ritual carente de sentido que evoca más la inmanencia que la trascendencia; porque esta última tiene que ver con la posibilidad de ir más allá de lo cotidiano, de lo convenido, de lo legal, de lo moral, porque realmente se trata de poner el pie, hundirlo y dejar huella.
Al comienzo de este 2020, un abrazo fraterno para cada uno y una de ustedes y el deseo sincero de que nuestras acciones sean para poder hacer, de esta sociedad en la que vivimos, una sociedad más humana, más justa, pero sobre todo más fraterna.
fjesusb@tec.mx