Instrucciones para caminar
COMPARTIR
TEMAS
Por: Cyntia Moncada
Para Itza
Un día despertaste y te diste cuenta de que ese par de peces en los que acaba tu cuerpo, no sólo servían como blanco fácil para las cosquillas o para explorar tus encías incompletas.
Un día te percataste de que esas dos raíces con sus cinco ramitas podían sostener todo tu cuerpo y no tuviste duda: lo primero que hiciste fue bailar. Andar apoyada del sillón/silla/manosdemamá era tan divertido que quizá pensante que no podía haber algo más, pero luego descubriste que si te soltabas un acto de magia ocurría al instante: te podías sostener.
Eso de distribuir el peso en la proporción correcta no era sencillo, requería de gran concentración y equilibrio, pero pronto dominaste también esa misión y le encontraste un sin fin de utilidades: lanzarle a mamá los dos brazos al mismo tiempo o tomar un juguete con cada mano. No podría ser mejor.
Pero cuando apenas te acostumbrabas a esa forma de ir por la vida, te diste cuenta de que sí había algo más: todos lo llamaban caminar.
Supiste que, además de equilibrar perfectamente tu peso, se podía levantar el piecito derecho, desplazarse lentamente hacia delante y volverlo apoyar. Después levantar el piecito izquierdo, despegarlo lentamente del piso, casi arrastrarlo hacia adelante y volverlo apoyar.
El proceso fue sometido a duras prueba. Algunas no salieron muy bien y pasaste un mes de moretón en moretón.
Pero viéndolo bien caminar no era tan complicado cuando la mano de mamá estaba ahí para sostenerte. Así, con el paso de los días, esa acción también fue dominada. Pronto se te vio escapando del perro o corriendo para descubrir un nuevo juguete, pero aún con el apoyo de una mano que apretaba fuerte para rescatarte de las caídas.
Entonces lo supiste. Soltar la mano de mamá era lo más difícil. Soltar la mano de mamá y poner a funcionar un aparatoso ejército de músculos, articulaciones, huesos y corrientes nerviosas, no es fácil. Hacerlo una y otra vez durante todo el día es una actividad abrumadora. Lo veo cuando te quedas inmóvil y me estiras los brazos como diciendo: “Aún no, mamá”.
Lo entiendo. Soltar la mano de mamá, irse corriendo a descubrir el mundo sola no es fácil. Hemos vivido 15 meses como si fuéramos una extensión de la otra y que es difícil para las dos.
Sé que a veces parece que el reloj aprieta, pero quiero que sepas que no hay prisa. No importa cuántas veces nos pregunten “¿Ya camina?” y nosotras tengamos que responder “Aún no”. Tengo una cantidad infinita de “aún no” para responder. Puedes tomarte el tiempo que quieras. Un día despertarás y sabrás que es el día: soltarás la mano de mamá para ir a recibir al abuelo o para atrapar al perro o para lo que sea que quieras alcanzar. Y empezarás una nueva aventura. Aún así la mano de mamá siempre estará ahí, puedes soltarla o no las veces que quieras.
No hay prisa. No hay instrucciones para caminar, sólo un impulso que brota de repente y el día que llegue no lo podrás evitar. Porque si lo pensamos bien en aprender a caminar se nos va la vida.
*Cyntia Moncada
Periodista, profesora y activista. Nació en Saltillo, en 1984, pero es originaria de Castaños, Coahuila. Ha colaborado en distinto medios locales y nacionales. Fundadora de Matatena AC.