Internet y derechos humanos, de la reflexión a la acción
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¿Qué es la gobernanza de Internet? ¿Cómo funciona Internet? ¿De qué forma se toman las decisiones para que podamos acceder a una red social y googlear en busca de algún tipo de información? ¿Qué relación tiene Internet con la defensa de los derechos humanos? ¿Cómo puedo proteger mi información frente a los casos como Cambridge Analytica o el espionaje gubernamental?
Primero debemos observar que “el acceso a Internet constituye una condición (fundamental) para el ejercicio efectivo de los derechos humanos hoy en día, incluyendo especialmente los derechos a la libertad de expresión y opinión, asociación y reunión, educación, salud y cultura”. Por ello, es una pieza fundamental para el desarrollo de las sociedades democráticas. Segundo, que la gobernanza de Internet es una forma descentralizada de tomar decisiones. A diferencia del poder centralizado que ejerce el Estado, la gobernanza de Internet es un modelo donde intervienen múltiples partes interesadas, como la sociedad civil, la comunidad técnica, los gobiernos y el sector privado.
Cuando nos referimos a los derechos humanos en Internet, también llamados derechos digitales, surge otro punto a debatir: la neutralidad de la red. El 11 de junio, la FCC (Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos) inició con el desmantelamiento de lo que durante años había permitido tener una Internet libre, abierta y no discriminatoria. Pero ¿qué significa esto y de qué forma nos puede afectar? En primer lugar, abre la posibilidad para que la información que antes viajaba sin ningún tipo de filtro, es decir, sin ninguna distinción de contenidos, ahora se pueda bloquear, acelerar o ralentizar. Lo cual supondría que la información ya no viaja libremente y por lo tanto el acceso sea diferenciado. Esto nos lleva al segundo punto del debate: para tener acceso a cierta información las personas tendrán que pagar más. Imaginen Internet como un paquete de televisión por cable. Si quieren acceder a ciertas plataformas, a ciertos contenidos, habrá que pagar más. Hace unos meses, la empresa Burger King lanzó una campaña con una de sus hamburguesas emblemáticas para ejemplificar cómo sería el impacto de la neutralidad de la red.
Navegar en la red de redes implica la posibilidad de hacerlo de forma segura. No se trata de crear un espacio impoluto. Sin embargo, resulta preocupante observar cómo la violencia que se ha ejercido históricamente hacia la mujer ahora también se ha trasladado a la esfera digital. El monitoreo y el acecho, el acoso, la suplantación y el robo de identidad, las expresiones discriminatorias son algunas de las 13 formas de violencia que algunas organizaciones como Luchadoras y Social Tic han identificado. Frente a esto, la ciudadanía tiene el gran poder de actuación. De construir una visión feminista de Internet, inclusiva y sin temores. Donde prevalezcan las contranarrativas resilientes frente a las agresiones, el humor frente al miedo, para que Internet sea un espacio más seguro para las mujeres y el resto de las personas que ejercen su derecho a la libertad de expresión.
La privacidad es un derecho humano. Y como tal también debemos defenderlo. No porque tengamos algo que esconder, más bien porque tenemos algo que proteger. Porque la privacidad no es sólo un repositorio de secretos. La privacidad coadyuva a la libre expresión. Y en la vorágine de la revolución digital, todas las personas tenemos el poder de decidir qué información queremos compartir y qué información queremos resguardar. Por ello el anonimato y el cifrado de las comunicaciones se erigen como guardianes de la privacidad. Más aun, frente a un gobierno que en lugar de usar las herramientas de espionaje para combatir el crimen organizado, las usa para vigilar ilegalmente a periodistas y activistas.
Los derechos digitales colocan en el centro del debate asuntos que podrían parecernos ajenos. Que frente a un clima adverso en el País y en América Latina no tendría sentido.
Pero un cúmulo de organizaciones que acudieron al taller “Por una mejor regulación de Internet en América Latina”, fruto de la colaboración entre Artículo 19 (México y Brasil), organización internacional dedicada a la defensa y promoción de la libertad de expresión; el Centro de Estudios sobre libertad de expresión (CELE) de la Universidad de Palermo, Argentina; y la Fundación Karisma, organización colombiana de derechos digitales, identificaron que la aprobación de leyes en países como Honduras, Nicaragua o recientemente en México con la ley de derechos de autor, puede convertirse en una forma de controlar el flujo de información, de otorgar poderes al Estado, a los intermediarios como Facebook o Twitter para que, bajo el amparo de una ley, censuren y persigan ciertos discursos o remuevan contenidos.
Por ello, la defensa de los derechos humanos en Internet es defender la posibilidad que tenemos como ciudadanos para mejorar la realidad en la que vivimos. Porque contribuye a la educación, a la innovación y el desarrollo tecnológico, a promover el pensamiento libre y sin fronteras, y también a que un grupo aliado de organizaciones de diferentes países de América Latina y el Caribe, conjuntamente con la ciudadanía, contribuyan a una regulación de Internet más respetuosa de los derechos humanos.
Cada paso en pro de los derechos humanos en Internet es un impulso a seguir fortaleciendo el desarrollo de iniciativas que fomenten la atención ciudadana, la libertad de expresión, la resolución de las distintas problemáticas que enfrentamos día con día en México y en América Latina. Internet ha demostrado su capacidad de movilizar, de llamar a la acción. A que la ciudadanía se apropie de la tecnología para visibilizar lo que pasa en su barrio, en su ciudad, en su país, en su región. Sin importar en qué lugar del mundo estemos, Internet amplifica las voces, les imprime un poder para generar el cambio.
Vladimir Cortés Roshdestvensky
Programa de Derechos Digitales Artículo 19, oficina para México y Centroamérica
Twitter: @vladyruzo
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