Izquierda voraz
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La izquierda mexicana es una mezcla de ideas ruinosas. El problema empieza desde que Marx congeló la historia en su famosa lucha de clases. Los pobres quedaron en manos de ideólogos opuestos al capital y al emprendimiento. Eso sí, la izquierda mexicana está inclinada en dirección al dinero fácil.
Dinero fácil como en la escandalosa noticia sobre el saqueo interno que sufre Pemex. Seiscientas pipas de gasolina robadas al día por la colusión de funcionarios y empleados. Es el resultado de que la izquierda siempre se ha opuesto a lograr eficiencias propias de empresas privadas.
Hace unos diez años, la izquierda le negó a Pemex la adopción de una estructura de clase mundial. Después de cientos de millones invertidos, el proyecto quedó inconcluso. ¿Por qué? Desde adentro estorbaron el saneamiento.
Andrés parece ignorar la contradicción que produjo la quiebra financiera y moral de Pemex. Desde Cárdenas, la izquierda puso el patrimonio nacional en manos sindicales. Son ellos los usufructuarios del saqueo de miles de millones de pesos mensuales.
Como inocentada aparece la noticia de que Andrés Manuel López Obrador ordenó caucionar al líder Carlos Romero Deschamps para que no proteja a los sinvergüenzas. Francamente causa hilaridad. Las advertencias no tendrán éxito porque Pemex está demasiado podrido. El presidente parece manso borreguito en el arbolito navideño frente a un rey mago de la corrupción.
Con ideología de izquierda se fundó Pemex y con ella se explotan sus riquezas. Esperar que simples rogativas corrijan la falla es totalmente ilusorio. La ideología se esfuma frente a la ocasión que hace al ladrón.
Desde tiempos del izquierdoso Presidente Luis Echeverría, la administración pública se empeñó en generar puestos innecesarios. La política era amortiguar el desempleo. Así se instituyó el sagrado derecho a ganar un sueldo sin trabajar. La izquierda elevó esta norma a conquista revolucionaria y explica la ruina de México, a pesar de su riqueza natural.
Una radiografía del gobierno mexicano y sus instituciones nos revela huesos izquierdosos en todo el esqueleto. Ahora incluye la cabeza. Todos los trabajadores de base tienen la misma concepción del origen de su empleo: la protección de la izquierda. No debe extrañarnos el lenguaje anti-empresarial de AMLO. Lo trae en su ADN.
Si Lázaro Cárdenas socializó el campo mexicano, con Echeverría se socializó toda la estructura burocrática al servicio del Gobierno. El mal se diseminó desde Pemex hacia al Seguro Social, los sindicatos magisteriales y a la CFE. A México le pesa que buena parte del aparato de gobierno esté regido por la mentalidad del derecho al lonche gratis como conquista laboral.
El virus de la izquierda voraz se extendió a los partidos políticos, ejemplos perfectos del sagrado derecho a ganar sin trabajar. No nos extrañe entonces por qué descendemos en el ranking económico mundial.
Las medidas privatizadores, nótese, han creado otra clase de burócratas muy bien pagados en los organismos de vigilancia como son la IFT, Cofece, Ifai, etc. Falta ver cómo se comportarán si el recorte salarial los vuelve pobres. El riesgo de que se
arraiguen los moches es real.
Yo no sé si la derecha ha sido corresponsable de este estado de cosas. Los empresarios dirán que cuidan sus negocios a como Dios les da a entender. Si corrompen líderes sindicales es solo en la medida justa y necesaria, no más.
El hecho es que México está atrapado en el vórtice formado por la corriente de capitalismo chocando con la del socialismo. De la revoltura nos queda lo peor: izquierdosos con apetitos capitalistas. Por ejemplo, los multimillonarios líderes pintados de izquierda, que reparten a su antojo la riqueza generada por Pemex o CFE.
Andrés no ha entendido que se trata de un problema estructural, no de voluntades. Por ello, no puedo ser optimista. Antes que poner fin a esta historia, las ideas izquierdosas de Andrés son antitéticas con la generación de orden y progreso. Se nota que quiere, pero es mucho más obvio que como gente de izquierda no le sabe.
javierlivas@prodigy.net.mx