La apuesta (perdida) de Manolo
COMPARTIR
TEMAS
Lo dijimos hace dos semanas en este espacio: usar los programas de seguridad pública para promoverse políticamente en busca de una candidatura futura no es una mala, sino una pésima idea.
Y lo dijimos a propósito del empecinamiento del presidente municipal de Saltillo, Manolo Jiménez Salinas, de usar los resultados de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), publicados en abril, para venderse como el “campeón de la seguridad pública del País”.
Como se sabe, la ENSU se levanta trimestralmente y, en la primera entrega de este año, ubicó a Saltillo como la ciudad cuyos habitantes tenían la menor sensación de inseguridad en el territorio nacional.
Un dato significativo fue cómo en esa entrega Saltillo desplazó a San Pedro Garza García en el lugar de honor del ranking. Tal hecho, según parece, llevó al Gobierno Municipal a una conclusión errónea: el “campeonato” de la percepción en seguridad se conquista de una vez y para siempre.
Exhibiendo una preocupante frivolidad conceptual, Manolo no dudó en ordenar a sus colaboradores el despliegue de una campaña publicitaria mediante la cual se pretendía vender a Saltillo como “la ciudad más segura del País”… aunque la ENSU nunca ha dicho eso.
Porque la encuesta elaborada por el Inegi, como ya se ha dicho, no construye un índice a partir de contabilizar y comparar el número de actos delictivos cometidos o denunciados en las ciudades. Sólo mide la percepción de las personas respecto de la posibilidad de ser víctimas de un delito.
Se trata pues, de una medición a partir de la cual se elabora un ranking cuya característica principal, como puede fácilmente adivinarse, es la volatilidad.
Precisado lo anterior, a nadie puede sorprender lo anunciado el miércoles anterior, cuando se publicó la segunda entrega del año de la referida encuesta: la capital de Coahuila se “desplomó” en el ranking de la seguridad, muy seguramente porque el estado de ánimo de los saltillenses se vio afectado por los eventos registrados en la ciudad a partir del mes de abril.
Los nuevos números no debieran conducir a nadie a la celebración. Pero, como bien sabemos, la mezquindad es una de las características principales de nuestra clase política y seguramente no faltará un adversario de Manolo a quien le parezca bien “festejar” el descalabro.
Los nuevos números deberían conducir más bien al análisis y la reflexión. En primerísimo lugar, desde luego, de quienes integran la administración municipal. Señaladamente quien la encabeza y ha cometido el error de usar el tema de la seguridad pública para impulsar sus ambiciones políticas personales.
Las encuestas, debería entender de una buena vez el alcalde saltillense, son instrumentos para tomar decisiones, no para hacer propaganda.
Porque si las encuestas sirvieran para lo segundo y utilizáramos la misma lógica empleada por la administración de Manolo Jiménez para promoverlo, hoy sólo nos quedarían dos posibles conclusiones frente a los números: la estrategia de seguridad es un auténtico fracaso en Saltillo o lo de abril fue obra de la casualidad. Una chiripada, pues.
¿Cuáles decisiones sí debería tomar la administración municipal de Saltillo a partir de los nuevos números de la ENSU? La primera y más importante es eliminar, en forma definitiva e irreversible, el tema de la seguridad pública del listado de elementos de la promoción gubernamental.
Seguramente a Manolo le costará trabajo tomar una decisión así, pues –como todo buen político– debe estar convencido de su infalibilidad así como de la naturaleza absolutamente circunstancial del resultado de este trimestre.
Para evitar caer en esa trampa conceptual Manolo debería realizar un esfuerzo autocrítico, revisar con frialdad las cifras y usarlas para lo único que deben usarse: tomar decisiones de política pública (y la propaganda, alcalde, no es una política pública).
Aquí algunas cifras a las cuales debe prestarse atención: uno de cada dos saltillenses se siente inseguro al utilizar un cajero automático en la vía pública; 43 por ciento de los usuarios del transporte público se sienten inseguros en éste; casi 40 por ciento de las personas se sienten inseguras en un banco. Todos estos indicadores, por cierto, empeoraron entre marzo y junio.
Más aún: el pronóstico de los saltillenses respecto de cómo evolucionará la inseguridad en los próximos 12 meses sufrió un deterioro más allá de lo significativo: de 16.1 pasamos a un 38.5 por ciento de personas para quienes la situación seguirá “igual de mal o empeorará”.
Pero probablemente el dato más significativo de la encuesta sea el de quienes presenciaron o escucharon disparos frecuentes con armas de fuego “en los alrededores de su vivienda”: de 3.4 por ciento de los encuestados en marzo pasamos a 12.6 por ciento en junio.
Ahí están las variables de las cuales debe ocuparse la administración municipal. Y si las atiende bien, los ciudadanos vamos a darnos cuenta, sin necesidad de campañas propagandísticas. Y si no las atiende o lo hace mal… pues también.
¡Feliz fin de semana!
@sibaja3
carredondo@vanguardia.com.mx