La ausencia de paz
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Uno de los valores más necesarios en estos tiempos de crisis es el de la paz, no sólo entre países, comunidades y familias, sino la paz interior.
Haciendo un balance del año 2018 que está por concluir, las noticias nacionales e internacionales causaron desasosiego por los temas de inseguridad, odio racial, migración forzada o inducida, corrupción y pobreza.
Las producciones de cine ya no atenúan el estrés de las familias de clase media con su fantasía dulzona y ahora sí expresan en su contenido los estragos de la injusticia que muchos pueblos del mundo sufren por la carencia de recursos para su sostenimiento, por la bajeza de sus caciques o por una mezcla de ambas.
En México muchas madres lloran a hijos que han sido asesinados por delincuentes que pululan en el horizonte, pero esta situación ya es parte del escenario cotidiano, tanto que se ha tornado invisible.
Los políticos de poca monta nos han vuelto a dar lecciones de actuación pues siguen prometiendo cosas que son las últimas que hacen. Los unos cuidan a los otros en los cambios trienales o sexenales mientras que las megadeudas estatales crecen al arbitrio de los poderosos, que más que una mafia significan una enfermedad crónica.
Ahora con un mandatario federal que logró capitalizar la desesperanza de la mayoría con verdades que todos conocíamos, observamos cada semana nuevos hallazgos de la corrupción organizada; la cuestión es que tanta rapiña no puede quedarse sin castigo, mientras que la ciudadanía sigue empobreciéndose.
López Obrador ya corona los espacios periodísticos a los que se subió antes de llegar a la Presidencia de México por las flaquezas de su antecesor. Pero ahora el tabasqueño lidera el cauce de las noticias diciendo y desdiciéndose de una manera magistral.
Estos últimos días el oriundo de Tabasco ha visitado la región, primero a la heroica Comarca Lagunera (donde su gente ha tenido que soportar tanto avatares medioambientales como violencia); luego a la ciudad de Monterrey en donde había prometido apoyos que no cumplió. Coahuila y Nuevo León, estados en los que ganó de manera no apabullante fueron desfavorecidos por el presupuesto federal para el año que se asoma.
¿Y los ciudadanos de banqueta qué han ganado hasta el momento? La esperanza de obtener apoyos para los hijos que no trabajan ni estudian; de tener apoyos especiales para la vejez: de tener un poco más de certeza de vida.
Ahora que los nombres de los programas de salud, seguridad y muchos más cambiarán a la luz del nuevo Gobierno Federal, espero que no se sepulten las iniciativas buenas que existen y que realmente se empodere a los mexicanos con mayores carencias, particularmente a los de origen indígena.
En tanto, los que formamos parte de la clase media necesitamos sentir la paz que sólo puede producir un país estable con autoridades dignas, sin cambios drásticos que atenten contra los bienes bien habidos.
Es importante que se haga menor la brecha entre los que tienen demasiado y los que tienen muy poco, pero que no sea menoscabando la paz de los valientes, esforzados y generosos miembros de la clase media que son capaces de mirar hacia los que menos tienen para ofrecerles una mano –aunque hay excepciones– porque entienden muy bien la pobreza que tal vez han padecido. ¡Que los mexicanos vivamos un 2019 estable y en paz!