La bioculturalidad
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¿Por qué han fracasado tantos programas federales y estatales en el País? ¿Cuántas carretillas de dinero se han tirado con programas asistencialistas o programas de apoyo al campo?
Los diagnósticos han sobrado, ¡hay hasta para llevar! En cada paso del proceso de aplicar un recurso para resolver una problemática social o económica, se va quedando dinero en el camino para asesores, consultores e intermediarios y, finalmente, no pasa nada.
Hay presas que de acuerdo a las inversiones federales se construyeron, pero no existen; innumerables hospitales que sólo son un “cascarón”.
Pero eso sí, también hay malos diagnósticos establecidos desde escritorios que llevan a tomar decisiones erróneas cuando es la propia gente que habita en las regiones bioculturales la que tiene el conocimiento de la realidad. Esta gente sigue sin ser escuchada.
En los tiempos del gobernador Alfonso Martínez Domínguez conocí los municipios de Nuevo León, me percaté de inmediato que no es lo mismo la región biocultural del altiplano nuevoleonés en el que Mier y Noriega, Doctor Arroyo, Galeana e Iturbide tienen estándares similares de calidad de vida; que la región biocultural de la Sierra Madre con municipios como Santiago, Allende y Montemorelos.
También la idiosincrasia de las personas es distinta, por lo tanto su manera de luchar y presentarse socialmente también lo es. Recuerdo a un alcalde de Iturbide que me obsequiaba un terreno que no acepté; o a las buenas señoras de Melchor Ocampo que me ofrecieron una colcha de lana cardada hecha por sus manos a cambio de conseguirle un trabajo a un sobrino. Tampoco tengo esa colcha.
Todas las personas en México tenemos dignidad y nos parecemos a otras personas que viven cerca de nosotros geográficamente, hasta contamos con los mismos apellidos. Tenemos problemas en común y somos capaces de ponernos de acuerdo para lograr un propósito social.
En el México mesoamericano la práctica del tequio es formidable porque las familias y vecinos se ponen de acuerdo para brindar tiempo y mano de obra para construir banquetas, plazas, capillas o cualquier obra de interés colectivo.
En la región biocultural norteña las cosas son distintas, pero aunque las personas somos menos fraternales tenemos momentos de encuentro, y cuando nos ponemos de acuerdo podemos ser grandes.
¿Cómo actuar con una mirada biocultural cuando se trata de elegir y luego construir proyectos públicos? Los responsables de la administración de los dineros del erario son todo menos duchos en conocer cómo piensan de los mexicanos de cada región biocultural pero, ¿qué tal si realmente conocieran lo que las personas quieren para su región?
En una región sus habitantes saben qué municipio puede ofrecer servicios y que otros municipios no; es decir hay una suerte de especialización por población. Si observamos a la región biocultural como un todo podemos pensar en su desarrollo conjunto, accionando los atributos que tiene cada uno de los municipios.
Eso es fácil. Basta con tener sentido común y dar oportunidad de que se establezcan verdaderas cadenas de suministro regionales para que todos participen en aquellos servicios y productos donde son competitivos, sin necesidad de ofrecer o regalar nada a cambio de esta posibilidad.