La lluvia, milagrosa o metafórica, es lenguaje de la Creación
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AGUA DE LO ALTO Y CORRIENTE INTERNA
Las cantidades estadísticas son de muertos y de contagiados.
No se dice, al mismo tiempo, cuántos fueron curados en sus casas y cuántos salieron curados, y además inmunes, de los hospitales. Sólo un video coreano anduvo en la red. Se veían a varias enfermeras salir del hospital. Se quitaban la mascarilla protectora y mostraban su sonrisa de salud recobrada.
Algunos vieron como milagrosa y otros como metafórica la lluvia que cayó cuando el Papa iba a orar en la plaza vacía (y como nunca llena con sana distancia). Milagro como agua bautismal en momento de gracia o metáfora de la lluvia de energía espiritual que está animando a médicos, paramédicos, enfermeras, camilleros, voluntarios, transportistas y tanta gente cercana y activa en todos los movimientos hospitalarios.
Esa corriente interior de altruismo, de creatividad, de diligencia, de solicitud, de compasión y solidaridad es un rasgo de belleza en el panorama del acontecer contemporáneo. Es la actitud más valiosa de la persona humana en el nivel de un desprendimiento y entrega. El mismo confinamiento familiar y empresarial destella con la nobleza de un servicio desinteresado y humanitario. El riesgo de ser portadores de daño, más que el de la propia protección, hace que la inmovilidad y la distancia se conviertan en un obsequio de muchos para todos.
CAUCES DE HUMANIZACIÓN
Es importante no dejar entrar el miedo y mucho menos dejarlo tomar el timón, porque rechaza el amor y acaba desplazando la misma humanidad. La ventaja de las crisis en la que se pierden los equilibrios es que se abren cauces de humanización. Como en la crisis de avanzar al caminar. En cada paso se echa el cuerpo hacia adelante y se pierde el equilibrio, con gran riesgo de caer, pero se abre el cauce de dar otro paso adelantando un pie y se recobra la estabilidad.
Se han redescubierto las virtudes domésticas. Se han realizado desaceleraciones en una vida precipitada en que había atropellos y prisas sin observación ni contemplación y se estrena una sabia lentitud. Se refuerza el soliloquio y se mejora el diálogo, tachando la polémica habitual.
¿SOLIDARIDAD GLOBALIZADA?
Todavía hay que ponerle interrogaciones. Está lejos de ser una realidad. Ahora, con la contingencia, se dan brotes admirables, sorprendentes, inesperados. Como si se mostrara, ante todos, el plano del tesoro escondido. Una nación tiende la mano a otra y supera los criterios de lucro para abrirse a la gratuidad servicial. Experiencias, recursos, asesorías, informaciones se van compartiendo con la celeridad que ofrecen las tecnologías actuales de comunicación. Se había dado un contagio de proteccionismo que todavía encapsula a grandes potencias. En situaciones ambivalentes, en que parecen chocar dos valores, los líderes parecen espectadores de un partido de tenis al oscilar la mirada de un lado a otro: cuidar la salud y no debilitar recursos.
DEL INTERÉS A LA SUBSIDIARIDAD
Los grandes bancos sienten que no pueden seguir aplicando la dependencia de los subdesarrollados con préstamos impagables de eterno endeudamiento. Se ve en el horizonte el gran fondo de humanización planetaria que promueva el desarrollo orgánico, quitando desigualdades y borrando la exclusión de los bienes básicos en todas las naciones. La dignidad de la persona y sus derechos fundamentales, ya reconocidos, han de recibir reconocimiento y respeto universal no sólo para defenderse de pandemias sino para dejar la guerra en museos para el porvenir. Cualquier ser humano, por el hecho de existir, ya ha de tener la seguridad de nunca faltarle lo indispensable para una vida sana y decorosa... Que nadie se quede como quien ve llover y no se moja. La lluvia, milagrosa o metafórica, es lenguaje de la Creación que anuncia gran cosecha si se cambia de semilla.