La naturaleza animal de un animal
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Las especies animales distintas al ser humano responden a un diseño natural que implica, entre otras cosas, que su conducta está gobernada fundamentalmente por el instinto; es decir, por un conjunto de impulsos que condicionan las reacciones del animal frente a determinados estímulos.
Sin embargo, solemos olvidar tal circunstancia frente a determinadas especies, debido a que forman parte del catálogo de aquellas a las cuales hemos “domesticado”. Y tal olvido se manifiesta de forma visible frente a las especies denominadas “animales de compañía”.
En este último conjunto -al menos en nuestra sociedad- ocupa un lugar relevante el perro, especie a la cual solemos referirnos con el señalamiento de que se trata de “el mejor amigo del hombre”.
En general es cierto que, salvo unas pocas razas, el perro ha sufrido un proceso de transformación que implica la posibilidad de considerar, hoy día, que ha perdido por completo su instinto salvaje.
Sin embargo, es imprescindible tener claro que no todas las razas de perros tienen el mismo comportamiento, ni las mismas tendencias de actuación, particularmente en materia de agresividad.
Por ello, no puede -ni debe- considerarse que todos los perros deben ser tratados de la misma forma, o que todos los propietarios de perros están sujetos a la misma carga en términos de responsabilidad.
La naturaleza se encarga, de tiempo en tiempo, de recordarnos este hecho y en casos como el ocurrido ayer en el municipio de Monclova, lo hace de manera trágica.
Tal como reseñamos en esta edición, un perro de la raza Pitbull atacó a un menor de edad, causándole la muerte, sin que ninguna persona, de las que se encontraban presentes en el momento del ataque, pudiera hacer nada para impedirlo.
De acuerdo con la crónica de los hechos, la propietaria del animal se percató del incidente e intentó apartar al animal agrediéndolo físicamente, pero nada consiguió, pues el perro siguió atacando al menor hasta dejarle sin vida.
Los expertos en conducta canina seguramente ofrecerán explicaciones relacionadas con las circunstancias del caso y las conductas condicionadas a las cuales se encuentra sujeto cualquier animal y eso nos ayudará a entender lo sucedido.
El problema con ello es que, por más que se nos explique la naturaleza de los hechos, eso no modificará el núcleo de la historia: la vida de un niño fue cegada debido a que no se guardaron las precauciones necesarias para evitar que un animal actuara conforme a sus impulsos naturales.
La trágica lección tendría que hacernos reaccionar en la dirección correcta y ésa es que discutamos, diseñemos y pongamos en práctica las medidas idóneas para evitar que un episodio como éste vuelva a ocurrir.