La tragedia de los 34 pesos
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Primer Acto
Erick es un hombre de 32 años con discapacidad intelectual. Se comporta como niño de 10 años, aunque trabaja, estudia y apoya a su abuela en casa.
El 20 de abril,Erick entró a una tienda Soriana en la Delegación Coyoacán de la Ciudad de México. Tomó una Pepsi de 600 mililitros y dos manzanas, por un costo de 34 pesos.
Depositó la mercancía en su mochila por no tener donde ponerla. Cuando se dirigía a las cajas a pagar, tres guardias de seguridad lo golpearon, lo sacaron por la puerta trasera y lo metieron a una patrulla para llevarlo al Ministerio Público.
Coro:“No te conduelas Erick, eres vulnerable al abuso y violación de tus derechos por ser invisible para las políticas públicas gubernamentales. Habitas una sociedad inmisericorde para los más de 5.7 millones de personas que como tu, sufren alguna discapacidad en México”.
Segundo Acto
Erick no sabe escribir; aún así, el Ministerio Público lo obligó a firmar su declaración. Soriana no buscó un acuerdo reparatorio, a pesar de que la mercancía tenía un valor de 34 pesos y nunca salió de la tienda. Por robo agravado o con violencia, Erick estuvo 33 días en el Centro Varonil de Rehabilitación Psicosocial. El Juez 31 Penal no le otorgó libertad a pesar de su discapacidad intelectual probada por exámenes psicológicos.
La defensa de Erick pidió los videos de la tienda, pero el representante legal de Soriana argumentó que fueron borrados del sistema de cámaras de vigilancia.
Coro:“¿Qué esperabas, Erick? Duele tu invisibilidad al enfrentarte por 34 pesos a una corporación como Soriana. La cual,está integrada por 824 tiendas de autoservicio y clubes de precio ubicados en 277 municipios de los 32 estados del País. Nada más en 2015, por facturación, Soriana ocupó el tercer lugar latinoamericano (Global Powers of Retailing 2015 de Deloitte), con ventas totales por 34 mil 973 millones de pesos anuales (Economíahoy.mx: 28-04-2016). No lo olvides Erick, hasta por 34 pesos, el Poder Judicial baila al ritmo del Poder Económico”.
Tercer Acto
“Nunca más regresaré a una tienda Soriana”, aseguró Erick al salir del reclusorio, mientras lo abrazaban sus tíos, maestros y vecinos. Entre lágrimas, preguntó por su abuela, “la mujer que se ha hecho cargo de él desde niño, cuando sus padres lo abandonaron al saber de su discapacidad intelectual”.
Coro: “¡Refúgiate Erick en ese abrazo fraterno y solidario, por ser indestructible al Poder Económico y Judicial!”.