La vitamina ‘P’
COMPARTIR
TEMAS
Para que Dios lo ayude o simplemente porque es un convencido de que es provechoso iniciar el trabajo cuando los primeros quiquiriquis anuncian la salida del sol por el horizonte, Andrés Manuel López Obrador madruga todos los días, incluidos los fines de semana.
Todos lo recuerdan, eso mismo hacía cuando fue Jefe de Gobierno del entonces todavía Distrito Federal. Lo primero era revisar las condiciones de Seguridad Pública durante la noche y después –a la hora de los noticieros mañaneros–, sus conferencias de prensa marcaban la agenda política de la jornada, no solo de la capital del País.
En campaña. AMLO volvió a decir que evaluar el estado de la seguridad pública en el País sería una actividad que realizaría diariamente con sus colaboradores, especialmente las diversas corporaciones policiacas, el Ejército y la Marina. Tras ello arrancará la actividad de gobierno.
De hecho, este método de trabajo está en marcha. La frenética actividad efectuada por los morenistas del primer círculo durante la campaña electoral nunca se ha detenido. Por el contrario, parece acelerarse.
Esta semana se cumplirá un mes de la aplastante elección que el 1 de julio llevó al tabasqueño a la Presidencia de la República a punta de votos, pero su ritmo de trabajo parece estar montado en una banda sin fin.
Aún sin ser en lo estrictamente legal todavía el Presidente electo, él y quienes integrarán su gabinete lanzan a la discusión pública temas importantes todos los días: abre la posibilidad de legalizar la mariguana, reduce su sueldo a la mitad, busca el recorte de dinero a los partidos, y cae en incongruencias como anunciar el reclutamiento irreprochable de Juan Ramón de la Fuente como embajador de México en la ONU, para luego perfilar a Manuel Bartlett como titular de CFE.
Todos queremos que los funcionarios públicos sean trabajadores. Su salario surge del erario, así que debe ser una buena inversión social, pero hasta los presidentes del mundo son humanos y requieren un régimen que mantenga su salud en la mejor condición posible.
Ni sus más acérrimos críticos pueden acusar a AMLO de huir del trabajo. Puede ser populista, autoritario, nacionalista, pragmático, conservador en materia fiscal e ideólogo izquierdista, pero no flojo.
No obstante, ¿cuánto puede aguantar un ritmo de trabajo como el que lleva ahora, a cuatro meses de asumir, ahora sí, el poder, ese que te da la “vitamina P”, pero no es eterno.
López Obrador ya tiene 64 años y se propone transformar a México en lo político, en lo económico y en lo social, pero el cambio no se dará antes del 1 de diciembre.
Y podemos apostar que conseguirá muchos de los cambios que prometió a sus electores. Muy seguramente pondrá en marcha una gran transformación para crear una fuerte economía nacional con intervención gubernamental, menos pobreza y desigualdad, pero necesita guardar fuerzas para correr este maratón que es gobernar México.