Las batallas de una primavera rota
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Pasan los días y las calles lucen más solas. Aún a través del silencio que se ha posado sobre esta cotidianidad enrarecida, es posible distinguir el tono agudo de las alarmas. No es un silencio que reconforta. Al contrario: es una falsa quietud que aturde.
La vida nocturna detenida, la actividad comercial ralentizada, los lugares de estudio y de trabajo cerrados o semivacíos, la lejanía, la soledad, la angustia por las batallas –sanitaria y económica– que ya comienzan a librarse, son las postales de esta primavera que, parafraseando el título de Benedetti, vino con las cuatro esquinas rotas.
En el caso de la batalla sanitaria, la zozobra se acrecienta por lo obvio: un sistema de salud endeble, cuya crisis se venía agudizando con el desabasto de insumos y medicinas y con las cicatrices de la tortuosa transición entre el Seguro Popular y el Insabi, ¿qué tanto podrá resistir el furioso paso de una pandemia para la cual apenas se están delineando protocolos de atención? México está lleno de hospitales donde no hay ni jeringas, ni vendas, ni jabones. Eso lo supo muy bien el personal médico de la clínica 46 del IMSS en Gómez Palacio, el sitio donde un hombre de 74 años que había regresado de California el 3 de marzo se convirtió, apenas 15 días después, en la segunda víctima mortal del COVID-19 en el País. Dos días después del deceso del hombre, los trabajadores del hospital salieron a la calle y, con bandera rojinegra, reclamaron la falta de equipo de seguridad básico: no tienen cubrebocas, ni geles, ni desinfectantes. Aún peor: no tienen protocolos. El paciente no fue aislado de inmediato, lo atendieron sin medidas preventivas y, cuando se confirmó como positivo de coronavirus, se actuó con más pánico que estrategia mandando a su casa al personal con que tuvo contacto, pero no se aisló a sus familiares. De hecho, una de las trabajadoras participantes de la protesta era la esposa de un camillero que interactuó muy de cerca con el paciente. Pero en lugar de estar aislada, como se supone que correspondería, estaba allí, en medio de un grupo numeroso de personas, levantando la voz en la vía pública. Al final, a los trabajadores de la clínica 46 se les prometió la dotación de equipo de higiene y seguridad, y el reforzamiento de su capacitación para la atención de la emergencia. Es decir, un curita para la ferocidad de la epidemia que ya se advirtió que será larga.
Esta semana, la zozobra se posó sobre los trabajadores de la clínica 16 del IMSS, ahora en Torreón, quienes también se manifestaron denunciando el desabasto de equipo básico de higiene: guantes, cubrebocas y gel antibacterial. Para ellos la respuesta fue muy distinta. Primero: la negación, por parte del Sindicato, de que falte material. Y, después, el recordatorio por parte de la Dirección del hospital de que según la guía para el uso de equipo de protección personal, los guantes están limitados sólo al personal que interactúe directamente con pacientes sospechosos de coronavirus, y en la distribución de gel se prioriza a pacientes y acompañantes, de modo que el personal se vea en la necesidad de lavarse constantemente las manos. De ese nivel son las medidas.
Y, por último, un bonus: hace unos días, en medio de toda esta zozobra por el coronavirus y en la misma Gómez Palacio, pacientes de la Unidad Médica de Especialidad para la Detección y Diagnóstico de Cáncer de mama, también se manifestaron protestando porque desde la eliminación del Seguro Popular ya no se brinda el servicio de atención psicológica y tampoco hay especialistas para realizar mastografías. La Unidad reconoció que el Gobierno Federal, con el cambio al Insabi, no ha autorizado la contratación de psicólogos ni técnicos y hay una lista de mil pacientes esperando que el asunto se destrabe para acceder a realizarse una mastografía. Por ahora, como en muchas otras áreas de la salud, todo es zozobra. Así está el campo de batalla para las conflagraciones venideras. Por ahora se sigue posando ese silencio que, más que confortar, aturde. Ese silencio que consume esta primavera rota.
@manuserrato
Manuel Serrato
Próxima Estación