Las iras de los amantes suelen parar en maldiciones
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El Quijote II, 67
Luego de ser vencido por el Caballero de la Blanca Luna, don Quijote tendrá que retirarse un año del ejercicio de su profesión de caballero andante, en cumplimiento de su palabra cuando pactó el duelo con aquél.
Por tal razón está triste y pesaroso. Le viene entonces a la mente la doncella Altisidora, quien por orden de los Duques finge estar muy enamorada de él. Esta simulación, en realidad una burla más de los Duques, supuestamente hace sufrir a Altisidora al ser desdeñada por el caballero andante.
Don Quijote, camino a su retiro, pregunta a Sancho si sabe “qué ha hecho Dios de Altisidora: si ha llorado mi ausencia o si ha dejado ya en manos del olvido los enamorados pensamientos que en mucho le fatigaban”. Sancho le responde que no está para andar investigando boberías ni él, don Quijote, para “inquirir pensamientos ajenos, especialmente amorosos”.
“- Mira, Sancho –dijo don Quijote-, mucha diferencia hay de las obras que se hacen por amor a las que se hacen por agradecimiento. Bien puede ser que un caballero sea desamorado, pero no puede ser, hablando en todo rigor, que sea desagradecido. Quísome bien, al parecer, Altisidora; dióme los tres tocadores que sabes, lloró mi partida, maldíjome, vituperome, quejose, a despecho de la vergüenza, públicamente: señales todas de que me adoraba, que LAS IRAS DE LOS AMANTES SUELEN PARAR EN MALDICIONES”.
Al decir lo anterior a Sancho, don Quijote le pretende dar a entender que los amantes despreciados, desairados o despechados son capaces de llegar no sólo a maldiciones sino a los peores extremos en perjuicio de la persona que dicen amar. “Las iras de los amantes suelen parar en maldiciones”. Y algo más.
@jagarciavilla
JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA
LOS REFRANES DEL QUIJOTE