Lavados y distanciados
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Todos los que irán saliendo, con eso se van quedando.
Manos lavadas y tomar distancia. El lugar público puede no ser un lugar de contagio si todos los portadores de virus, los que no tienen y los que sí tienen síntomas, se lavan manos muchas veces y no se acercan a nadie. El no tocarse ojos nariz y boca ha de ser un nuevo hábito generalizado porque esas son las ùnicas puertas de entrada posible para la molécula agresiva.
Era muy radical, muy drástica la indicación de no salir a rezar, ni a trabajar ni a comprar ni a comer ni a divertirse. Todo tiende ahora a seguirlo haciendo poco a poco, con las adaptaciones de ambiente necesarias para no hacer ningún puente humano que permita al virus pasar, en gotitas, de una persona a otra.
Se trata de adquirir todos esa capacidad de no infectar. También en lugares públicos será necesaria la desinfección constante de las superficies de contacto necesario. Claro, mientras no se tenga la vacuna se buscará reforzar las defensas. Ya dijo hacerlo la secretaria de Gobernación con las nanomoléculas descubiertas por la investigadora mexicana Gabriela de León. Habría así un ejército defensivo en cada organismo para que el invasor no pueda hacer sus estropicios en células secuestradas. Todo quedaría en infección sin enfermedad.
FILTROS Y SEMÁFOROS
El otro ataque virulento es el del temor. Para ese virus mucha gente no tiene suficientes defensas ni protección. Se requiere instalar psicológicamente filtros y semáforos que no permitan la atención a lo contaminante y pernicioso. Filtrar los pensamientos y las imaginaciones, los recuerdos y las experiencias que solo traen intimidación, pánico, inseguridad, ansiedad. Un buen semáforo habitual que no dé luz verde a nada que venga a asustar y a amenazar.
Esa falta de aseo mental es carencia de discernimiento. Produce una tolerancia intolerable. Puede ser hasta una adicción como la que se tiene a las películas de terror. En ellas lo más temible no es lo que pasa en la historia sino las reacciones actuadas y filmadas con movimientos y acercamientos de cámara hacia la horripilancia. El espectador queda estremecido e impactado.
Educar la mente en el silencio sin basura parasitaria, sin fugas hacia el peor pasado y hacia el pésimo futuro. No enredarse en el complejo de víctima fracasada, aplastada, excluida, menospreciada que no tiene autoestima y echa culpas a su alrededor. Con sana indumentaria mental, echar fuera los harapos y garras anacrónicas que fueron como un uniforme de persona asustadiza que ve monstruos y fantasmas en todas las situaciones.
La fe verdadera es la vacuna certera porque el miedo no es sino ausencia de fe. Cuando se subraya la fe, se refuerza y se profundiza, se derrite todo miedo y se vive la serenidad y la intrepidez de la esperanza.
DIÁLOGOS CONTRASTANTES
-¿Y tú por qué manejas siempre en reversa?
-Es que voy hacia el futuro
-¿Por qué no dices nada?
-Es que se debe hablar cuando no se debe callar y se debe callar cuando no se debe hablar. Hay silencios cobardes, rencorosos, envidiosos, cómplices y hay silencios virtuosos de prudencia, discreción y comprensión...