Ley de facturas falsas y confianza
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Esta semana se aprobó en lo general en el Senado de la República la Ley contra las Factureras. Es decir, se aprobó (aún falta que pasé por la Cámara de Diputados y se discutan los puntos en lo particular).
Es importante mencionar, que un día después de la aprobación, la oposición (PRI, PAN y Movimiento Ciudadano) declararon interponer una acción inconstitucionalidad ante la Ley.
¿Por qué tanto ruido por esta Ley? Mencionemos algunos números para contextualizar.
6 de cada 10 mexicanos viven en la informalidad, es decir, hacen negocios sin estar inscritos en el SAT ni pagan impuestos.
Algunos de los puntos de esta ley son los siguientes: se considerará delincuencia organizada cuando participen al menos tres contribuyentes y el daño al erario sea superior a los 7 millones 804 mil 230 pesos. Además se dictará prisión preventiva oficiosa a contribuyente que expidan comprobantes fiscales y podrá imponer una sanción de 2 a 9 años de prisión.
En otras palabras, vender facturas falsas es delito de delincuencia organizada y causa prisión. Tal cual como robar un banco, vender drogas o matar a alguien.
Se dice que hay más de 9 mil empresas fantasmas que hacen transacciones millonarias todos los días para evadir impuestos. Desde mi opinión, la solución es sencilla: si todos quisiéramos pagar impuestos, no habría clientes para las factureras. Entonces, empecemos por el principio. ¿Por qué nadie quiere pagar impuestos?
Todo mundo quiere una calle sin baches y limpia, una escuela digna para sus hijos equipada con tecnología y materiales didácticos de primer nivel. Todos queremos hospitales equipados y en excelentes condiciones, con las medicinas suficientes, servicio eficiente y sin tiempos de espera. Todos queremos universidades públicas iguales a las de cualquier país desarrollado. Yo nunca he escuchado que alguien diga que no quiere que sus abuelos vivan con una pensión decente que les alcance para vivir como merecen.
En este sentido, ¿cuál es el problema? Las y los ciudadanos no vemos a dónde se va el dinero de nuestros impuestos. En resumen, no tenemos confianza en la forma en que el gobierno gasta nuestro dinero.
Para mí, ahí queda la pregunta simple: ¿qué fue primero el huevo o la gallina? ¿Las y los mexicanos no queremos pagar impuestos? ó ¿no tenemos confianza en nuestras instituciones?
Señor Presidente, es más barato demostrar confianza. Todos queremos un país más justo y equitativo. Seamos más innovadoras a la hora de construirlo.
@garciacecy_
ceci.garcia@dcamexico.org