Ley General de Salvaguardia Cultural: ¿El sarape quedará protegido contra plagio?
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La recién aprobada ley busca proteger los derechos de los pueblos originarios sobre su obra cultural, pero tiene graves omisiones que resolver
El pasado 30 de noviembre el Senado aprobó la Ley General de Salvaguardia de los Elementos de la Cultura e Identidad de los Pueblos y Comunidades Indígenas, Afromexicanas y Equiparables, en espera de dictamen de los diputados pero con la intención de proteger los productos artesanales de los pueblos originarios mexicanos.
La iniciativa de la senadora Susana Harp fue acompañada por una modificación a la Ley de Derecho de Autor en sus artículos 157, 158 y 160, además de la derogación del artículo 159 el cual permitía libertad para la utilización de obras de arte popular o artesanal.
Sin embargo, algunos han apuntado fallas en el proyecto de ley entre las cuales se encuentran contradicciones improcedentes con la misma Constitución, la “burocratización” del problema, consultas sesgadas o problemas con los mismos artesanos al momento de desarrollarla, y lo que podría ser la omisión de expresiones culturales mestizas.
Esto incluiría prendas como el sarape, el cual se produce cada vez en menor cantidaden el país, y lo que queda de su tradición se ha conservado a través de familias artesanas o escuelas destinadas a la enseñanza de su factura y difusión, creando nuevas comunidades con características especiales y diferentes a las de estos pueblos originarios.
Corporaciones mano-larga
Al menos desde 2004 hay registro de marcas de moda, principalmente, que han tomado diseños o incluso obras originales para sus productos y los han comercializado sin consentimiento y sin darle crédito a sus autores, con el ejemplo de la casa mexicana Pineda Covalín que usó los diseños de tenangos de Tenango de Doria, Hidalgo para sus bolsos.
Este año fue Carolina Herrera quien estuvo bajo el escrutinio nacional tras utilizar también en su línea Resort 2020 estos bordados del Istmo de Tehuantepec así como ejemplos con el sarape de Saltillo.
Con estos y otros ejemplos más las comunidades artesanas han buscado proteger sus creaciones ante la ley para evitar este tipo de plagio, pero el registro de todos y cada uno de los diseños originales vuelve muy complejo el proceso, pues se trata de expresiones vivas.
Por eso cada grupo ha generado estrategias propias y solo hasta este año es que desde el ámbito legislativo nacional se llevó a cabo una iniciativa para su protección, pero, una vez que quede formalizada la ley en el Diario Oficial de la Federación, ¿será suficiente?
El caso del sarape
A diferencia de otras producciones artesanales, como los tenangos, el sarape vive desde hace años una decadencia en su manufactura; cada vez menos familias y personas crean este textil.
En entrevista con VANGUARDIA, Claudia Rumayor, directora de la Escuela del Sarape “La Favorita” en Saltillo nos habló sobre el estado de dicha prenda y las acciones que están llevando a cabo para su rescate, difusión y protección así como su postura respecto a la ley en espera de aprobación.
“Durante la Semana Nacional de Cultura pude platicarla con gente de FONART y de otros lados y es una iniciativa de la senadora y la misma Secretaria de Cultura Federal”, comentó Rumayor, “en nuestra ley no teníamos nada que protegiera y yo pienso que es un gran logro que se pueda legislar y más que nada dar el crédito y los beneficios económicos a los poseedores de ese conocimiento artesanal”.
También comentó que la protección los diseños del sarape a través del único método en la actualidad para el registro de derechos de autor, no solo sería interminable, dada la enorme cantidad de diseños únicos —a los cuales se añaden nuevos cada día— sino que también resultaría muy costoso.
“Entran dentro de los saberes colectivos como es el caso de Chiapas, Oaxaca, Puebla y varios estados y yo creo que los (artesanos) independientes lo que procede es un registro ante el INPI (Instituto Nacional de Pueblos Indígenas), como propiedad industrial”, declaró, “pero sí, registrar trabajo colectivo es imposible”.
Si bien hay muchos puntos de la República Mexicana donde se produce sarape en la gran mayoría de estos lugares se está perdiendo la práctica, señaló, y en el caso de Saltillo también estuvo en decadencia unos años hasta que se lanzaron proyectos de rescate como la Escuela del Sarape y el museo.
Parte de las causas que han llevado a la decadencia de esta labor es la disminución en la producción de ganado fino para lana, por lo que la materia prima ahora la obtienen de ganado bovino para carne, de calidad menor; también en muchos lugares han dejado de utilizar tintes naturales.
“Son muchos elementos que permitían el desarrollo del sarape que han ido poco a poco desapareciendo”, expresó, “en Saltillo tenemos dos años de haber rescatado el pigmento natural, algo que solo se usa en Oaxaca, Chiapas y Tlaxcala”.
“A nivel nacional debe ser un trabajo conjunto, no solo de Saltillo, el rescate de esta técnica”, recalcó.
Aseguró además que en la mayoría de las situaciones el sarape se mantiene vivo gracias a la tradición familiar y el ejemplo de “La Favorita” —único en su tipo— es uno que busca formalizar y profesionalizar la práctica, llevarla a un mercado que lo valore y rescatarlo en el proceso, proyecto en el que cuentan con el apoyo de maestros tejedores tradicionales como Javier Reyes, quien aprendió el oficio desde niño.
Al rescate
La directora comentó también que desde su fundación la Escuela del Sarape se ha encargado de rescatar la técnica del sarape fino y se han planteado iniciativas para su difusión, como colaboraciones sanas con artistas y productores en las que la mano de obra es reconocida y remunerada.
Tal fue el caso de la colección Sarape Time del diseñador de modas lagunero, con presencia internacional, Ricardo Seco, quien contó con el trabajo del maestro tejedor Rubén Tamayo, y cuyas prendas desfilaron por la Semana de la Moda de Nueva York en 2016.
Rumayor recalcó la importancia de fomentar este tipo de colaboraciones para dar a conocer la prenda y el trabajo de los artesanos locales, y también agregó que continuarán con diversos proyectos e iniciativas para fortalecer esta práctica.
“Yo creo que es importante que se sigan promoviendo las colaboraciones y tanto el diseño como la mano de obra calificada del artesano tenga el valor que tiene y que se pague su precio”, concluyó, “no es un producto caro, el sarape bien hecho, es un producto costoso, porque vale el trabajo de lo que cuesta”.
A la expectativa de la promulgación y puesta en acción de la nueva ley el sarape, al menos en Saltillo, continuará bajo el resguardo de estos proyectos, solo queda por ver de qué manera quedará protegido en el resto del país una vez que entre en vigor.
¿Dónde se produce sarape en México?
Claudia Rumayor habló también de algunos lugares donde aún se mantiene esta práctica artesanal y otros donde ya se perdió.
Teotitlán del Valle, Oaxaca
Tlaxcala, cada vez menos
Teocaltiche, Jalisco
Guanajuato, con proyectos de rescate para el año siguiente
Zacatecas, ya se perdió la práctica.