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Hoy la violencia y la inseguridad se han multiplicado. El fenómeno llegó para quedarse. Insisto, tiene múltiples aristas y es necesario abordarlo desde muchos ángulos
La deshumanización masiva. Casi en todo México. Las bromas se suceden con inusitada frialdad. En alguna ocasión y cuando gobernaba el panista Felipe Calderón Hinojosa, en visita de su esposa, Margarita Zavala al estado de Chihuahua, creo recordar, fue a una escuela secundaria. Cuando el maestro les dijo a sus alumnos “¿Cómo se saluda aquí?”, los alumnos gritaron y todos se tiraron al piso: “¡pecho en tierra!” La anécdota la cito de memoria y fue muy comentada en su momento. Sí, fue cuando Felipe Calderón sin medir ni cuantificar posibles consecuencias, le declaró unilateralmente la “guerra” a los narcotraficantes. Es decir, un “estado de excepción”, pues sí, un estado o país en guerra. Desde entonces, México lo sigue estando. Sigue en guerra. Y lo anterior es exactamente igual a lo proclamado por Andrés Manuel López Obrador: que ya no haya muertes ni matanzas por “amor” (una broma, pues), y aquello de “portarse bien”, que ya también se lo recomendó a la prensa crítica que hace escarnio de él y su errática política.
Las bromas macabras (por eso en México sólo en México puede pasar lo siguiente: se celebra la muerte, el famoso “Día de muertos”) se suceden sin parar: cuando regresa el hijo a casa de sus padres, les espeta “hoy no me mataron.” O cuando llega el marido al hogar familiar y ve a su esposa, ésta le dice apenas saludando, “¿Ya viste las noticias? varias matanzas hubo. Hoy siguieron asesinando.” Hoy, como ayer, como anteayer. La deshumanización ante la muerte. Mucho de esto ha arraigado y rápido en la sociedad mexicana, debido a la penetración de las redes sociales las cuales potencializan la miseria de los humanos. En tierra de afásicos e ignorantes, la selfie es rey. Los jóvenes se comunican no con palabras sino con “memes” y emoticones. La trivialización de la muerte, aunque ésta “conmueva” las redes sociales en minutos. Acaso, sólo segundos. Ya no hay noticias de “larga duración”. ¿Por qué? Por lo antes expuesto: la trivialización de los actos, hechos y palabras; la mutabilidad de lo efímero y volátil de ver un suicida, un hombre cosido a balazos, una mujer descuartizada.
El tema de la violencia y el mal, avasalla. Hoy inicio una larga saga de textos al respecto. Este es el liminar, la presentación del tema. La serie de textos se van a titular “Violencia/inseguridad” y sólo les estaré otorgando un consecutivo de número. Ignoro si van a ser cinco, ocho o diez textos seguidos. Aunque el tema da para un libro completo. No soy el mejor calificado para realizar este trabajo, pero no dudo, le interesarán mis ángulos en este ensayo al asediar a este pulpo y monstruo que se bifurca y se desdobla todos los días. La violencia y la inseguridad a todos manchan: a los periodistas, a los políticos, migrantes (ellos mismos generadores de odios, rencores y violencia extrema, sobre todo los centroamericanos); la violencia y la inseguridad toca a los policías, a la hoy llamada Guardia Nacional, a las parejas, a los matrimonios, a los niños, a los maestros, a los doctores…
ESQUINA-BAJAN
Hoy la violencia y la inseguridad se han multiplicado. El fenómeno llegó para quedarse. Insisto, tiene múltiples aristas y es necesario abordarlo desde muchos ángulos. Claro, también, desde el ángulo o arista artística y literaria. Se necesita de la colaboración de todo mundo para encontrar el hilo de una madeja imposible de desenrollar. ¿Se ha exacerbado la violencia por el uso alucinógeno, dije alucinógeno, de las redes sociales las cuales todo lo pudren en un segundo? Para mí no hay duda. Pero hace falta que un sociólogo haga un buen estudio al respecto. Con un celular “inteligente”, lo que eso signifique, todo mundo puede opinar y todo mundo tiene su “verdad” y punto de vista. Pueden tener su punto de vista, pero la verdad es una. La violencia es ubicua. La violencia e inseguridad están aquí. Lo analizaremos.
Un ejemplo rápido, el cual usted recuerda perfectamente: en materia de arte, le cayeron a palos (violencia verbal) en las redes sociales a una “artista” argentina avecindada en México, Mercedes Aquí. Su “obra” expuesta en el Museo de Artes Gráficas, bajo la Coordinación de Artes Visuales y como directora de ambos, la lagunera Olga Margarita Dávila. En las fotografías expuestas con la colaboración de otra artista, se muestra una especie de “performance” donde se mezclan la orina de la “artista” (excremento), pigmentos y su glúteo derecho. Fotografías que se tomaron haciendo mal uso de los petroglifos de General Cepeda. Insisto, la violencia fue desbocada en contra de ella y su “arte”. La cosa es que desde el inicio, fue una falsa polémica. Lo anterior tiene una responsabilidad penal de 3 a 10 años de cárcel (Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas… Artículo 52) y no tiene nada de artístico. Pero la violencia estuvo allí.
Y cosa curiosa, quien debió de haber visto o evaluado el posible valor atractivo de las piezas exhibidas, fue precisamente la lagunera Olga Margarita Dávila (ignoro si hubo un curador acreditado, juro que no), quien luego y días después, fue removida de su cargo, aunque hasta hoy mes de agosto, va a dejar el puesto. Pero a la par del escándalo de autorizar la pésima obra de “arte”, ella fue de “turista” a la Bienal de Venecia junto con Ana Sofía García Camil, Lucina Jiménez, Mariana Munguía y Gabriela Gil. Se gastaron alrededor de 12 millones de pesos (Revista “Proceso”, No.2020). ¿Cuáles fueron los resultados del viaje de Olga Margarita Dávila, cuál fue su agenda, a qué artistas coahuilenses publicitó y a cuántos les consiguió exposiciones allá? ¿Por qué despedirla si no ha presentado resultados serios y transparentes de su gestión y del viaje millonario a Venecia? ¿Y su responsabilidad? ¿El gobernador Miguel Ángel Riquelme sabe de todo esto, le interesa?
LETRAS MINÚSCULAS
Violencia sobre violencia: se atentó en contra del patrimonio arqueológico de Coahuila y México. Le cayeron a palos a Mercedes, destituyeron a la lagunera Olga Dávila… vamos iniciando.