Lo fake, lo real y la indolencia
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Una paradoja de nuestros tiempos es que el exceso de oferta informativa genera desinformación. Muchos de los mensajes que se emiten a través de plataformas digitales carecen de contexto, están sesgados, se tergiversan y alimentan la propagación de fake news.
Cuando estos mensajes hacen referencia a situaciones de violencia, amenazas o delitos, se desata una psicosis colectiva que, aunada a la incapacidad de las autoridades de llenar los vacíos de información, intensifica la percepción de inseguridad pública.
Este fin de semana, a través de redes sociales y grupos de WhatsApp, circularon audios de ciudadanos alertando sobre presuntos asaltos a la entrada de fraccionamientos, escuelas y zonas públicas. También circularon videos en los que se apreciaba cómo personas eran asaltadas o despojadas de vehículos en estacionamientos de centros comerciales o de grupos armados presuntamente cometiendo secuestros. Esta situación no es nueva, la difusión en tono alarmista de este tipo de contenido, a veces sin ningún contexto específico, es algo que muchos internautas hemos observado a lo largo del tiempo. Y aunque la veracidad del material se confirme, el “dónde” y el “cuándo” ocurrieron los hechos que se exponen, no siempre corresponden a la realidad. Sin embargo, la sola observación de un material sensible, aun si sabemos que su contexto fue falseado, basta para dejar una sensación de angustia y vulnerabilidad, sobre todo cuando se sabe que, independientemente de estos materiales, los delitos sí ocurren. E insisto, si encima se añade el ingrediente de una autoridad hermética, que no reacciona oportunamente a las alertas y minimiza la preocupación social, entonces la confianza ciudadana se degrada.
A finales de 2019, las autoridades de Coahuila reconocían un incremento del 20 por ciento en el número de homicidios con respecto a 2018, pero a la vez presumían una baja del 25 por ciento en el índice estatal de robo en todas sus modalidades. En la región de La Laguna, el decremento fue mucho mayor: 55 por ciento menos robos. Sin embargo, ninguna estadística, por más positiva que resulte, difuminará el fantasma de la inseguridad en una población que ve cómo historias de delitos siguen siendo recurrentes en sus círculos cercanos; un sólo hecho violento pesa más en la conciencia de un ciudadano a la hora de construir percepción que cualquier gráfica oficial. En el caso de Torreón, de los videos y mensajes que circularon, nadie ha sabido articular una narrativa concreta.
El regidor Eduardo González Madero, presidente de la Comisión de Seguridad Pública del Ayuntamiento, basado en una metodología que no explicó, calculó que de todos los audios y videos que se propagan en redes sociales alertando sobre situaciones peligrosas, sólo un 15 por ciento son verídicos. Incluso señaló que uno de los videos, donde se observa un grupo de hombres armados abordando a otra persona en el estacionamiento de una plaza comercial, no se trató de un secuestro ni de un robo de vehículo, sino de un operativo de detención por parte de elementos de la Fiscalía de Coahuila. Su aseveración no se aclaró por parte de la corporación estatal, pero sí se rebatió su cálculo: el presidente del Consejo de Seguridad, Sergio García López, estimó que el porcentaje de material verídico no es del 15 por ciento, sino por lo menos del 50 por ciento y exhortó a las autoridades a ser más claras a la hora de explicar la situación de inseguridad pública que prevalece.
Es verdad que hay aspectos de la operatividad policiaca o del actuar de las corporaciones de procuración de justicia que no se deben socializar, sobre todo cuando hay carpetas de investigación abiertas, pero las autoridades sí tienen la obligación de clarificar la situación que prevalece en un aspecto tan sensible como la seguridad pública. Las encuestas nacionales de seguridad pública urbana, que periódicamente publica el Inegi, han mostrado que un 65.9 por ciento de los ciudadanos se informan sobre hechos violentos a través de Facebook, Twitter y WhatsApp. Si bien hay mucha información falsa o descontextualizada que se comparte de forma irresponsable, las autoridades también tienen el reto de reducir el riesgo de psicosis al llenar oportunamente los huecos. Pero a veces su hermetismo, su indolencia, su nula capacidad de autocrítica o de plano su incapacidad, maximizan los problemas.
@manuserrato
Manuel Serrato
PRÓXIMA ESTACIÓN