‘Lo sé, pero no lo hago’
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Esta semana mis alumnas están aplicando un diagnóstico sobre las funciones ejecutivas del lóbulo frontal en adolescentes y jóvenes. Me comentaron sorprendidas lo siguiente: “Maestro, no entiendo el por qué los adolescentes saben perfectamente lo que deben y tienen que hacer, pero no lo hacer”. Les pregunté el por qué piensan así o que comenten qué encontraron en su trabajo, y me respondieron: “Maestro, ellos saben que necesitan quedarse en casa a estudiar el examen, pero salen con los amigos al cine”. “Ellos saben que si tienen el iPad a un lado del escritorio se van a distraer al hacer la tarea, pero no lo alejan de su lugar”. “Maestro, saben de las consecuencias del tomar alcohol o vapear Juuls (un tipo de cigarro electrónico), pero lo hacen sin importar el daño. ¿Por qué, maestro?”.
La persona está compuesta de cuerpo físico, inteligencia, emociones, espiritualidad y voluntad (determinación). La inteligencia se compone por la racionalidad y la capacidad para tener un pensamiento lógico y abstracto. Esta inteligencia nos ayuda a saber y resolver problemas. Las emociones son reacciones afectivas ante diferentes experiencias. Y la voluntad es la capacidad para poner en acciones los pensamientos y decisiones. Podemos decir que en general los adolescentes saben perfectamente lo bueno y lo malo, el deber ser y las consecuencias de sus decisiones. Sin embargo, los adolescentes pueden ser determinados por lo que sienten y no por su carácter. El conjunto de hábitos forman la voluntad y a su vez fortalece su carácter para interiorizarlos en virtudes.
Debemos tener cuidado de no enseñar a nuestros hijos que las emociones son las que determinan nuestras conductas. No porque el niño no quiera ir a la escuela lo dejamos viendo televisión y hablamos con la maestra para decirle que está enfermo. No porque el niño se aburre en el fútbol le comentamos al entrenador que tiene mucha tarea y no podrá asistir al entrenamiento. Estas son enseñanzas que nuestro hijo aprenderá: “Lo que siento es más importante que la responsabilidad”. Con un buen desarrollo de la voluntad nuestro hijo será capaz de gobernarse eligiendo bien sus metas, inhibir todo aquello que me impida lograrlas y poniendo todos los medios con persistencia y esfuerzo para alcanzarlas a pesar de su dificultad y fracaso.
Nuestros adolescentes deben superar la tentación que los arrastra a satisfacer sus impulsos en forma inmediata sin importar que eso obstaculice sus metas. Desafortunadamente, en la adolescencia su núcleo accumbens (centro neurológico responsable de la producción de dopamina) es muy delicado y con alto riesgo para adquirir alguna adicción. Esta fragilidad hace a los adolescentes muy propensos para elegir sus impulsos sobre sus deberes sin importar las consecuencias. Por cada 10 personas que son adictas, nueve de ellas iniciaron su consumo en la adolescencia por su alta producción de dopamina y su ambición de llenar de placer su cerebro. Eduquemos en esfuerzo, sacrificio y adversidad para que nuestros adolescentes sean capaces de regular sus impulsos y sus decisiones sean dirigidas por su racionalidad y deber.
@JesusAmayaGuerr
jesus.amaya@udem.edu