A lo Trump vol. 2
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Decíamos que la visita de Trump a México fue una catástrofe de proporciones épico-pornográficas. Se cuenta que lo que vimos fue una versión censurada, que el corte del director para DVD y Blu-ray viene con una escena extendida en la cual se ve al republicano, con los ojos entrecerrados y como de huevo cocido, susurrando: “Oh, yes… yes… yes! Make America great again!”.
Con decirle que uno no sabía si estaba viendo la Cumbre de las 12 Neuronas EPN-Trump o el video de la Taquería Orinoco.
Dijimos también que una vez que Enrique Peña Nieto hizo padecer a esta Nación un bochorno histórico y mundial, resultó una pésima idea salir en su defensa, como hizo presto el Góber de Coahuila.
Otro Enrique (además del tocayo incómodo) de apellido Krauze, comentó a propósito de esto que la gran lección del Siglo 20 es que “a los tiranos no se les apacigua, se les enfrenta”. El historiador trae a colación al genocida del bigotito adorable, Hitler, y el gran error que representó para Inglaterra suponer que el tío Adolph, un inescrupuloso xenófobo, belicista y loco empoderado, respetaría lo pactado en previa reunión celebrada en un ambiente de civilidad y “buenaondez”.
Ser, más que conciliador, endeble; y más que diplomático, ponerse literalmente de tapete, no es un gesto que vaya a tomar con amabilidad un fascista en correspondencia. No, el dictador asume que le es natural el ser tratado con deferencias y que la sumisión es lógica dado que está por encima de los demás.
Contra ese razonamiento no se puede conciliar. Hay que ponerse duro y ver de qué cuero salen más correas. Decir, Gobernador, que fue buena idea el “negociar” (o cualquier cosa que haya hecho EPN con su distinguido invitado) porque luego nos podría ir peor, equivale a levantar y costear el muro y preguntarle luego a don Trump si lo quiere enjarrado o nomás chalpaqueado, no vaya a ser que nos declare después la guerra y nos vaya peor.
Digo, es mi opinión, señor Gobernador, pero si son partidarios de esa actitud agachona, pos que cada quién haga de su política exterior un papalote.
Pero aunque haya EPN conseguido algunos puntos para Trump, el eventual triunfo o la deseable derrota de Mr. Pelos nos revelará en qué proporción son los Estados Unidos un rico y fuerte crisol de razas y culturas, y en qué medida es nomás la parcela de un hato de güeros, ignorantes y supremacistas.
Me da gusto enterarme de que hasta el Dallas Morning News, periódico que ha apoyado histórica y abiertamente en cada elección presidencial a la apuesta republicana, decidió esta vez darle la espalda al abanderado del elefante. Y es que hasta los texanos saben que ese discurso de intolerancia, odio y segregación no es en absoluto constructivo y resulta peligroso para la estabilidad de su propio país.
Mencionamos también que, con todas sus horrendas particularidades y asquerosa personalidad, Trump sólo es un político como tantos otros, dispuesto a decir y prometer lo que sus votantes quieren escuchar. Nada más.
Aunque no esté de acuerdo o seguro de lo que dice, Trump sabe que tiene que decirlo con una convicción absoluta, que no deje sombra de duda a sus posibles votantes de que defenderá sus más húmedas aspiraciones.
Como buen político, el 99 por ciento de lo que sale de su enorme bocaza son declaraciones oportunistas, irreales y demagógicas. El resto es aire caliente y microbios. Y eso es con todos los políticos del mundo, incluyendo Coahuila.
En el Estado no es tiempo aún de elecciones pero aquí cuando no estamos llamados a las urnas es temporada de “calefactos”, horrenda palabreja para designar a quienes andan haciendo la intentona por conseguir alguna candidatura. O sea que los pobres electores nomás no tenemos nunca pinche descanso.
Se han autodestapado ya diversos personajes comarcanos, unos dan en qué pensar y otros nomás risa dan (pero recuerde, Trump también nos daba un chingo de risa al principio). Y algunos envalentonados ya comenzaron a aderezar su discurso con causas populares, como la megadeuda:
“La deuda de Coahuila sigue siendo un agravio para la gente”, expreso el diputado federal por el PRI, Javier Guerrero. Mientras que el peje-candidato por Morena, el viejo rico del pueblo, Armando “don Baldomero” Guadiana, anda interponiendo denuncias en instancias internacionales, por crímenes de lesa humanidad que se imputan a la pasada administración.
Caray, pues bienvenidos sean a la causa, pero por favor tomen un número y fórmense, porque para muchos ciudadanos estos temas han estado vivos y calientes desde hace años. Digo. ¡Pásenle! ¿Pero por qué llegaron tan tarde, eh?
¿Será que hace tres o cuatro añitos no era, digamos, tan oportuno políticamente hablando? ¡Ah, vaya! Entonces no habría que tomarse sus declaraciones como auténticos reclamos de justicia, sino como simples posturas electoreras. ¡Seriedad, señores!
Uno o quizá dos legisladores de Coahuila sí pusieron con antelación y mejor oportunidad el dedo sobre la llaga. Pero no los mencionaremos aquí porque esta columna no es para hacerle el caldo gordo a nadie. Y, en todo caso, no hicieron nada extraordinario, sino lo que se supone es su deber. Además, como calefactos que también son, aún tienen que demostrar que los mueve el sentido del deber y no las aspiraciones electorales.
Lamento informarles a todos estos candidatos y precandidatos, que para muchísimos de nosotros, coahuilenses, son estos temas muy delicados, no agenda política para que vengan oportunamente a sacar raja de la catástrofe estatal, producto de un “moreirato” que no impugnaron a tiempo.
¡Cuidado con lo que dicen, porque aquí estaremos para preguntarles por qué no lo dijeron en su debido momento! ¡Cuidado con el oportunismo, con la demagogia y mucho cuidado con parecerse al estreñido de Donald J. Trump!
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