López Obrador: discurso de odio. Ya hay síntomas de retroceso
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El autoritarismo de López Obrador no es un secreto, nunca lo fue
Días negros. Mejor dicho, rojos. El País completo está en el semáforo rojo. Se viven tiempos duros, ríspidos, sin brújula. El discurso de odio y rencor de Andrés Manuel López Obrador, presidente de Morena y no de todos los mexicanos, se ha polarizado. ¿Hay alguna novedad en ello? No. Ha sido su manera de operar por siempre. Recuerde usted cuando tomó varias veces en la capital de México todo Paseo de la Reforma y colapsó los comercios y actividades de la capital. Recuerde cuando mandó al diablo a todas las instituciones de México. Hoy, con todo el poder y con la abyecta sumisión de sus empleados (funcionarios, senadores y diputados), el cacique de Macuspana se muestra más feroz que nunca.
Los dramáticos acontecimientos en Jalisco, los cuales han sido violentos e inusitados, muestran dos ángulos de una sola realidad: la muerte del joven albañil Giovanni López, de 30 años, (muerto por policías municipales el 4 de mayo) y luego de un mes, el 4 de junio, hubo violencia y consignas en contra del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, tomando como pretexto la muerte del albañil por supuestamente no haberse puesto y no aceptar ponerse el bozal, el cubrebocas. El gobernador de Jalisco, Alfaro, acusa de la revuelta y violencia en su contra al Gobierno Federal de AMLO. Los de Morena lo cercan, lo acosan y le piden que se disculpe de sus aseveraciones. Lo bien cierto es que la revuelta y actos de vandalismo no fueron en contra del alcalde priista de Ixtlahuacán, donde fueron los hechos. Las protestas no fueron contra los policías municipales que le dieron muerte, no. Los actos violentos fueron en contra del gobernador Enrique Alfaro.
Y el gobernador Alfaro fue acusado de “salinista” en su momento por AMLO. En tiempo pretérito, López Obrador así lo dijo con su lengua de odio: “(Enrique Alfaro) nos traicionó cuando yo lo invité a participar al movimiento; dijo que no le interesaba, que él no coincidía conmigo”. AMLO busca todo el poder: estás con él o eres un traidor. Sumisión total. En su mundo bipolar y maniqueo, propio para mentes simples, bucólicas y primitivas: honrados vs. corruptos, blanco vs. negro, conservadores vs. liberales... es todo lo que hay. O estás a favor de él o en contra de él. Textual, el 6 de junio lo volvió a restregar a todo mundo: “O somos conservadores o somos liberales. O se está por la transformación o se está en contra de la transformación”.
Pero hay un video de la violencia y la revuelta en Jalisco donde aparece la morenista Candelaria Ochoa, titular de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres, organizando a las masas y a los encapuchados en la manifestación que terminó en zafarrancho. ¿Entonces qué hacía en medio de la danza, para decirlo en términos coloquiales? Mientras la violencia en contra de las mujeres crece en el País, su titular se dedica a promover revueltas contra gobernadores no afines al proyecto de su patrón.
ESQUINA-BAJAN
Las banderas de Andrés Manuel López Obrador poco a poco se van desmoronando, todas. La crisis sanitaria ha enseñado la totalidad de sus mentiras: cuando inició la contingencia, y no obstante que san Hugo López-Gatell pedía que uno se aislara en su casa, López Obrador besaba niños, comía en fondas y pedía que todo mundo hicieran lo mismo. Se inició con un estimado de muertes por la pandemia, con el rango de mil a 3 mil. Administraban la derrota, pues, como los comentaristas de Televisa cuando juega la selección de soccer nacional. Al día de hoy, la realidad es brutal: van más de 18 mil muertos y se prevé al menos la muerte de más de 60 mil mexicanos. Pero las instituciones serias de vigilancia y control hablan de que son más de 18 mil decesos al día de hoy. La cifra, dicen, es el doble, siendo conservadores. A las actas de defunción se les pone un membrete incoloro: “neumonía atípica”.
Todo se cae, todo se desmorona. Todo alentado por el poder despótico y exabruptos de Andrés Manuel López Obrador. El dedo flamígero, la venganza a flor de piel: si no estás conmigo ciegamente, estás contra mí. Y si estás contra mí, eres de los conservadores, de los corruptos, de los miembros de la “mafia en el poder”, de los que tienen colesterol malo, de los ciegos, de los que no quieren la transformación del País. Otra de sus banderas ya cayó, envuelto dicho gallardete en… corrupción. Según el Índice de Capacidad para Combatir la Corrupción (CCC) 2020, México está estancado en dicho aspecto. Hay síntomas de retroceso y los habitantes de este País nombran lo visible y escandaloso: adjudicaciones directas en las contrataciones públicas, el debilitamiento del Sistema Nacional Anticorrupción, el desmoronamiento de los órganos reguladores, la falta de independencia de dichos órganos y el utilizar políticamente en venganzas a la Unidad de Inteligencia Financiera de Santiago Nieto.
El autoritarismo de AMLO no es un secreto, nunca lo fue. Pero sí se ha polarizado en niveles sólo comparables a lo espetado por dictadores latinoamericanos de la calaña de Fidel Castro, Nicolás Maduro, Hugo Chávez, Lula da Silva, Cristina Fernández, Alberto Fujimori… Y resulta alarmante que la manera de operar de AMLO en Jalisco pueda ser replicado en Coahuila, en contra de Miguel Ángel Riquelme; en Tamaulipas en contra de Javier García Cabeza de Vaca, en contra de Silvano Aureoles de Michoacán…
LETRAS MINÚSCULAS
Por cierto, hubo otro muerto a manos de policías municipales, Jaír López en Tijuana. Pero aquí, como en Baja California, son gobernados por uno de los hijos de AMLO, no hubo protestas ni vandalismo. Todos quietos. Ojo.