Los desarraigados
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Niños enjaulados, alejados de sus padres.
Familias con sueño de mejor vida, embarcadas en una sobrecarga para el naufragio, en barcazas que no llegarán a puerto. Jóvenes profesionistas recién egresados que empacan su cerebro para exportarlo a servir a la opulencia transnacional que paga más. Migrantes en campamentos en que toda incomodidad tiene su asiento, impedidos de entrar en la anhelada suficiencia del trabajo seguro y bien remunerado. Y miles de deportados que no encuentran acomodo en la misma tierra de donde se alejaron.
Han perdido sus raíces. Se sienten dislocados, la comunidad familiar y amistosa, después de la violencia, se trocó, en el trayecto y más allá de la frontera, en colectividad de extranjería tolerada o rechazada.
Son los excluidos, los descartados, los descalificados, los no admitidos ni siquiera a los bienes básicos de vivienda, educación, trabajo, alimento, salud. Les toca el sufrimiento por estructuras, actitudes y legalismos inhumanos que no toman en cuenta su dignidad de personas.
Se va empañando su identidad al desarraigarse o se encapsulan en un auto cautiverio en que quieren salvar sus peculiaridades. Son víctimas de la idolatría del tener y del olvido del ser, en una civilización selectiva y discriminadora. Conformismo pasivo, evasión a la violencia o compromiso de esfuerzo comunitario es la triple encrucijada para su opción.
Se habla de plantar pronto un millón de árboles. ¿Cómo replantar, en la tierra a la que fueron devueltos, a tantos desarraigados? Será necesario crear herramientas institucionales que vayan al encuentro de sus carencias.
Serán como talleres de reparación integral para lograr nuevas destrezas y
actitudes para superación y trabajo responsable.
Tecnología -todavía cara- los margina de un mundo de creciente comunicación inmediata y múltiple. Los salarios, que por acá no valoran su trabajo, hacen que recaigan en la tentación fronteriza que ya tiene muro de vigilancia reforzada. Sabemos que hay ninis que ni trabajan ni estudian. Ahora hay nueva versión de ninis. Son los que ni trabajan allá ni se acomodan acá.
Las comunidades de fe se replantearán la posibilidad de una pastoral, iniciada ya ejemplarmente por las casas de migrantes como la de Saltillo, cuyas soluciones de organización y funcionamiento ya son modelo en varias naciones y serán presentadas, en próxima reunión internacional en Italia, en la que estará presente el padre Pedro Pantoja.
Las raigambres de raza, lengua, tierra, historia, cultura y fe han de sostener, ya sanadas y vigorizadas, el árbol de una digna prosperidad no excluyente, con frutos de bienestar y de bien-tener, desde un bien-ser posible para todos...