Los indefensos niños
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Parecieran casos aislados, pero en realidad debieran tocar las fibras de la sociedad saltillense y hacernos preguntar qué es lo que estamos dejando de hacer o haciendo mal, decididamente, para que los hechos en que se ven involucrados maltratos a menores sigan ocurriendo en nuestra ciudad.
El niño de 10 años maltratado sistemáticamente por su padrastro viene a llamarnos la atención sobre un hecho que sigue presente en nuestra sociedad. Hace unos meses, en diciembre de 2017, se daba la información de un niño de dos años que sufría, asimismo, verdadera tortura de parte de su padrastro: lesiones y quemaduras en diversas partes del cuerpo. Fue diagnosticado con el síndrome del niño maltratado, que consiste en un daño cerebral grave luego de sacudir a un bebé cinco segundos.
En el caso del niño de 10 años, denunciado por un vecino cansado de ver la violencia ejercida en el menor, el pequeño fue separado de la casa en que habitaba.
Tuvo, en un sentido, suerte de haber tenido el apoyo de alguien que denunciara el abuso. Sin embargo, qué difícil –y de vida o muerte– para otros el no contar con esa oportunidad siquiera.
Hace unos días me compartía alguien de haber visto a una persona maltratando a su hijo, pero cuestionaba con indignación y dolor: “¿Cómo poder ayudar a alguien que es maltratado por su madre, a la vista de todos, en un momento en el cual es imposible tomar un teléfono para poder denunciar porque la mujer en cuestión se traslada de un punto a otro, contrario al que me muevo yo, sin posibilidad de retorno?”.
Queda denunciar. Queda seguir insistiendo en modelos de ayuda, en procurar, también, mejorar ambientes para que las cosas alrededor de uno no contengan el elemento tóxico que se perpetúe en una cadena sin fin, pero con destinatario.
Los casos de los niños maltratados son de llamar la atención en esta sociedad. Con las mujeres en el campo laboral, el hogar se ha transformado. Pero, a su vez, también las necesidades de afecto que unos y otros demandan.
No es un hecho fortuito que, de acuerdo con la información proporcionada, la mujer en el caso del pequeño maltratado prefiriera marcharse con el padrastro que con el hijo lastimado.
Han de analizarse los sistemas de educación no sólo formal, sino la más íntima, la que se ofrece en el hogar. Para ello, asimismo, la propia sociedad ha de voltear un poco hacia sí misma. ¿Qué estamos haciendo mal? ¿En qué nos estamos equivocando?
EL LENGUAJE DE LA CIUDAD
Espléndida idea del Ayuntamiento de Saltillo la de hacer limpieza en la estatua de Manuel Acuña, ahora con motivo del 30 aniversario del Centro Histórico de Saltillo.
Sería deseable que se atendiera en el mismo sentido a la estatuaria de la ciudad. La que recuerda la fundación de la población de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, en Allende y Victoria; la de las Ninfas de la Plaza de Armas y también la de Venustiano Carranza, en la Alameda Zaragoza, requieren una buena remozada.
La estatuaria pública es el lenguaje de las ciudades. Habla de ella y por ella.