Más de 40 mil muertos después, la pandemia no se ‘doma’
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Para ellos, tampoco es importante la causa de hoy -la pandemia- sino las herencias de ayer: el sobrepeso, la hipertensión, la diabetes.
El 26 de abril pasado el presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó por primera ocasión que en México, a diferencia de “como ha sucedido desgraciadamente en otras partes”, la pandemia del coronavirus había sido “domada”. 85 días después, el número de víctimas fatales del coronavirus ha superado las 40 mil.
Para el mandatario mexicano, sin embargo, la pandemia ha quedado atrás. Ya no ocupa un lugar relevante en su discurso y, en cambio, deja que el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, cargue solo con el peso que implica tener que ofrecer malas noticias todos los días.
Tan sólo ayer martes, las autoridades sanitarias informaron de la ocurrencia de 915 decesos adicionales, con lo cual México se ha consolidado como el cuarto país con el mayor número de muertos en el mundo, sólo abajo de Estados Unidos, Brasil y Reino Unido. Atrás, muy atrás, han quedado Italia, Francia, India, España, Irán, Perú, Rusia
Para el gobierno de López Obrador y quienes le respaldan de forma acrítica, sin embargo, lo importante no son las cifras absolutas, sino las relativas. Para ellos, tampoco es importante la causa de hoy -la pandemia- sino las herencias de ayer: el sobrepeso, la hipertensión, la diabetes.
El problema es que cada muerto que se suma a la monstruosa cifra de víctimas del coronavirus constituye una vida humana extinguida, un proyecto vital cegado, un cúmulo de sueños y aspiraciones truncados que la estadística relativa es incapaz de justificar.
Imposible ofrecer como consuelo a los deudos de cada víctima la estadística ponderada, la acusación a los gobiernos del pasado que “no cuidaron la salud” de la población, el señalamiento a los empresarios detrás de la industria de los alimentos procesados.
Y no se puede hacer eso porque ello no resuelve nada en lo inmediato. Pero además, porque nada se está haciendo en el presente para evitar que esa siga siendo la realidad del futuro. Y adicionalmente, porque desde el principio se le hizo una promesa a la población que hoy se revela claramente incumplida: México se ha preparado “como nadie” para enfrentar la pandemia.
Son ya 40 mil 400 cadáveres y eso es sólo la cuenta reconocida. Porque el propio discurso oficial admite que la estadística está subestimada y podrían ser más, muchos más, los que han fallecido debido a la peor plaga que le ha tocado atestiguar a la humanidad en el último siglo.
Sería tiempo ya de que el Gobierno de la República mostrara una gota de humildad y admitiera que se equivocó, que calculó mal, que optó por una estrategia equivocada y que, en consecuencia, es el momento de rectificar para impedir que el conteo de cadáveres mantenga el curso actual.
Para eso, sin embargo, se requiere una mínima dosis de honestidad intelectual que este gobierno se manifiesta, una y otra vez, incapaz de manifestar porque ha decidido transitar por el ejercicio de poder asumiendo que la “fuerza moral” con la cual arribó al poder lo convirtió en un gobierno infalible.