El muro y la grieta: ‘Mejor ráyate las nalgas’
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Abordar cada semana el censo de yerros, omisiones, abusos y contradicciones de la cultura institucional en la región puede resultar tan estéril como abrumador: uno quisiera escribir sobre asuntos más agradables como libros, películas o cuadros que se aman, pero la miopía y la soberbia parecen no tener fin, pausa ni remedio
La ignorancia
Apenas la semana pasada nos quejábamos de la destrucción del patrimonio cultural debida a la enajenación e indolencia de ciertos funcionarios públicos. Más atrás, (en “Inconsistencia y profanación”, 8 de abril) se había destejido la afectación de vestigios históricos resultante de la miopía teórica de creador y curaduría. Pero esta vez el agravio tocó otros límites: el caso provocó indignación nacional. No abundaré en detalles: hay poco que agregar al demoledor argumento de Avelina Lésper (Milenio, 5 de junio).
Sólo referiré que, a más de un siglo de La Fuente (1917) de Duchamp, el retrato de su hermana con presunto excremento pintado por Dalí, que le valiera la aversión de los surrealistas; la “mierda de artista” enlatada, de Manzoni; y más recientemente, el registro de una artista también ibérica orinando en sitios públicos de Nueva York como propuesta representante en la Bienal de Venecia, dicho acto fisiológico en sí mismo ha desgastado su potencial transgresor. Ello no excluye el agravio, como dictó cierta defensa falaz: “no es más grave que otras cosas hechas antes”.
Así, la discusión quiso desviarse: mucho más allá del posible daño físico a un patrimonio milenario, hay una atentado y un agravio a los símbolos, objetos y cosmogonías que que sustentan nuestra identidad originaria. Porque aquí lo escandaloso ni lo agraviante es ver un par de nalgas, el presunto fuero de extranjería o un exhibcionismo gratuito: el acto de Mercedes Aqui es alarde similar a aquel vergonzoso capítulo de París 2014, cuando un mexicano borracho orinó sobre la flama eterna del Arco del Triunfo, intentando apagarla: la discusión no es si la dañó o no. El tema es sobre respeto: el acto de mancillar los símbolos que son significativos para el otro y generar con ello un profundo agravio.
¿Se imaginan un acto similar en Templo Mayor, Altamira o Stonehenge?
Y más allá: la suprema estupidez de que, quien dice hacer arte, pierda de vista el carácter simbólico del acto que propone como “artístico”.
La negación
Y que aparte de la agresión, se haga alarde de ello patrocinado desde una instancia pública. Que estupidez semejante pase los “filtros” de una curaduría y además se exhiba en una galería del estado. Y que no contentos con ello, ante el masivo reclamo, se viertan palabras como “prejuicios”, “linchamiento” y “xenofobia”, victimizándose las mismas instancias y personas que confabuladas en su ineptitud y soberbia fueron las primeras en agraviar y ofender.
La tontería mayor es que la extranjera vandalizante argumentara conceptos como “performatividad” (cuando para Barthes la performatividad consiste en un “despliegue” –leer “El susurro del lenguaje”) paisaje e “identidad” ¿Really?... (leer también“Arte rupestre en el noreste”, de William Breen Murray).
Llamó además la atención –al igual que en otros casos de igual o mayor gravedad– la ausencia de una explicación pública por parte de la secretaria de cultura Ana Sofía García Camil y de su prima, -la coordinadora de artes visuales, directora del MAG y curadora responsable- Olga Margarita Dávila García, ante tan grave hecho. Días después, sólo un oficio, que -en su punto cuatro- expresó: “el MAG se apegó a las políticas de la SEC, de ser un espacio para que los creadores acerquen a los visitantes a las diversas expresiones del arte contemporáneo y de la gráfica”.
Un acto que se volvió escándalo nacional, en otro contexto y ante una comunidad artística menos fragmentada y pusilánime, exigiría de sus funcionarios culturales –por lo menos– una asunción de la responsabilidad y una disculpa pública. Lo llamativo es que ni la artista, ni la curadora, ni el MAG ni la SEC reconocieron nunca todo lo que hicieron mal. Lo que nos da pie a revisar, entonces, cuáles son estas “políticas de la SEC”.
La endogamia
Mi postura es que aquí, más que la ignorancia de la artista, la responsabilidad mayor es de la curadora, la directora del MAG y la coordinación de artes visuales de la SEC, encarnadas en una sola persona: Olga Margarita Dávila García. A continuación explicaré por qué…
Esto que voy a decir no es ningún secreto ni novedad: desde hace años la Coordinación de Artes Visuales de la SEC está cooptada y enajenada para un grupo de artistas consentidos e incondicionales a los designios de su coordinadora. Dos: quizá desde aquel pintorcito que Armando Guerra quiso volver infrucuosamente el segundo Julio Galán, a mediados de los noventa, nunca se había promovido ni apoyado con tanta insistencia el trabajo de ningún artista coahuilense como la SEC ha patrocinado y apoyado el “arte” de la sudamericana. Ya que en los últimos 4 o 5 años ella está en todas las colectivas, selecciones, estancias, proyectos, intercambios e individuales, sumando más de una decena de exposiciones. Junto a ella nombres como el de Adair Vigil, Karla Rangel, Antonio Olvera, Rafael Ortega y otros más conforman un grupo cerrado de creadores arropados por las políticas dictadas por la directora del MAG. Este terrible caso de caciquismo cultural, manejo discrecional y sesgado de los recursos y espacios públicos ha llegado a niveles de descaro absolutos, por ejemplo, en “convocatorias” como “Coahuila contemporáneo”, donde algunos de los que viajaron a Tijuana, representando a Coahuila, fungieron como seleccionados y al mismo tiempo como curadores. O los recursos extraordinarios a proyectos como el de Adriana Villalpando y el evidente apoyo informal a espacios como Estudio Lomelí (Sobre el caso Casa República hablaremos en otra entrega).
Así, el exceso, alarde y grosería de la artista no es porque sí: se siente respaldado por una política de estado que desde años privilegia proyectos de un perfil contemporáneo sin importar la calidad, la consistencia o el sentido de los mismos. Usted, lector, puede visitar Mirada en Movimiento, el perfil oficial de la Coordinación de Artes Visuales de la SEC en Facebook y corroborar todo lo que aquí se menciona.
La enajenación
La ambigüedad en la definición de los alcances, roles y las dinámicas de la promoción de la cultura ha permitido en nuestro estado abusos, absurdos, gestiones personalistas, cacicazgos y derroches: por ejemplo ¿Para qué sirvió y qué utilidad real tuvo para la comunidad artística de Coahuila el hecho de que, en tiempos de cacareada austeridad, Ana Sofía García Camil y su prima Olga Margarita Dávila fueran a pasearse a la Bienal de Venecia? (Proceso, 21 de mayo).
Pero otra vez, insisto: se les olvida que no son una aristocracia, sino funcionarios del servicio público. Que su gestión no es sólo –no debería de ser– para beneficio de un grupo de amigos e incondicionales. Imagine el lector que bajo el mismo criterio se rigiera el departamento de pavimentación o recolección de basura: “voy a pavimentar sólo el sector donde vive Mercedes Aqui, o sólo la cuadra donde vive Adaír Vigil y su novia. Es más: voy a pavimentar 10, 12 veces…”
Así, desde esta perspectiva se han pagado residencias, becas, estancias de decenas de miles de pesos –como a aquella gringa que les vino a enseñar (erróneamente) qué era la Batalla de la Angostura– mientras los grandes artistas de Coahuila como Jesús Omar Campos, Orestes de la Paz, Omar Leza, Élfego Alor o Carlos Farías cuelgan su obra en la penumbra de los bares.
¿Cuándo fue la última vez que los muros del MAG estuvieron disponibles exclusivamente para un artista local?
Gravedad mayor la de estas políticas despóticas: no están enajenados sólo los espacios físicos dedicados a la cultura. Están cooptadas sus políticas para redirigir hacia un grupo de incondicionales los recursos, las convocatorias, los apoyos, las agendas.
Así, gracias la omisión –sin duda también a las relaciones familiares- y al vasallaje de la comunidad artística, nunca en la historia de la SEC y el Icocult un coordinador acumuló tanto protagonismo, un perfil que muchas veces se volvió despótico, como aquel maltrato a la representación cultural de Honduras, durante un Festival Julio Torri, que incluso generó una protesta diplomática.
Entonces ¿Cuál es el mensaje que se le deja a las nuevas generaciones, a los jóvenes artistas?
En Coahuila, para convertirte un creador de renombre, merecedor de los apoyos del estado, no pesa tanto tu formación, estudio, autoexamen, cultivo de la técnica, la reflexión, originalidad o el talento: sólo necesitas acercarte –casi volverte perrito faldero- de las personas indicadas.
No hagas hiperrealismo, no dibujes, no aprendas la técnica fotográfica, no seas académico ni anticuado, se #contemporary… mejor: ráyate las nalgas.
alejandroperezcervantes@hotmail.com
Twitter: @perezcervantes7