Mezcla confusa
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El estilo de gobernar de Andrés (Manuel) es una mezcla confusa de ideología de izquierda forrada de autoritarismo con un moño rojo de lucha anti-corrupción. Hay quienes aplauden el moño, pero viendo el regalo completo se puede pronosticar un desastre de gobierno. Irá de mal en peor.
¿Sueno alarmista? ¿Acaso son pocos los errores elementales que se han estado generando? Hace unos meses escribí sobre las veintidos enfermedades que aquejan a las grandes organizaciones. Hoy tomo un enfoque estructural. Este gobierno bien pudiera servir de ejemplo ilustrativo de este tipo de fallas.
Las organizaciones humanas se parecen a los seres vivos y a las personas, no físicamente, sino estructuralmente. El modelo en el que yo ha trabajado se llama “Universal Management”, precisamente porque enfatiza la estructura compartida por todas las organizaciones humanas y a todos los niveles.
Las fallas del nuevo presidente violentan siete funciones básicas:
Seguridad.- Debe envolver a todo el organismo como una coraza y practicarse a todos los niveles. Este gobierno no tiene ni idea. Las muertes por la explosión eran evitables. Los migrantes son transportados por carretera en plataformas abiertas sin protección alguna. Los asesinatos por narcotráfico en aumento. La gente se siente insegura. Combatir el sentimiento de inseguridad a través de conferencias matutinas es ilusorio.
Identidad.- La administración va contra la corriente al seguir ideologías de izquierda en un país que tiene una constitución liberal. Este desfase apunta a catastrófico. Andrés persigue un modelo idealizado de país del Siglo XIX. Nos hace perder tiempo valioso.
Planeación.- No existe en este gobierno. Todo se hace al aventón, como ocurrencia y por impulso. Las soluciones no son analizadas, ni probadas. Por ejemplo de un plumazo cancelan subsidios a guarderías. ¿La respuesta improvisada? Que las abuelitas se hagan cargo de los niños. No hay noción de prioridades y de allí el Tren Maya, la nueva refinería, cancelación del NAIM.
Dirección.- El Ejecutivo se entromete en todos los niveles de la administración. No es un director de orquesta, sino violín, flauta y tambora. No respeta jerarquías ni jurisdicciones. Supuestamente Pemex es una empresa autónoma, pero la vemos compartiendo anuncios con “el gobierno”. El presidente ordena comprar o no comprar gasolina en el extranjero.
Coordinación.- Las operaciones deben ponerse de acuerdo entre ellas para producir eficiencia. Observamos que por ejemplo, Hacienda no habla con Gobernación, ni ésta con la Secretaría del Trabajo, ni ambas con Seguridad Pública. Los trenes bloquean las vías y no hay poder humano que los mueva. La ley no se cumple. De hecho se anuncia y promete la inacción. Luego les dan dinero y vuelven a bloquear. Mientras nadie escucha a los comerciantes de Michoacán que están por cerrar sus tiendas.
Las Operaciones.- Parecen no tener jefe, por las interferencias presidencialas. Por ejemplo, los cortes de sueldo generalizados no toman en cuenta necesidades de cada centro operativo. Ni modo. Tenemos un gobierno de yes-men. Esto solo puede descomponer lo poco que funciona bien.
La Detección de Anomalías.- Esta función es la que más se puede modernizar gracias a la tecnología. Cualquiera puede reportar fallas o errores, en teoría. En la práctica, mientras la aplicación de la justicia no inicie, todas las otras fuentes de correcciones son irrelevantas. La gente no denuncia porque lo policías mismos generan desconfianza. Los MPs lo mismo.
Falta espacio para dar más ejemplos de fallas en cada función vital del Gobierno. Lamentablemente el siguiente nivel superior, el del Congreso Federal está totalmente anulado o distraído, no sé cuál. Nadie hace ver al Presidente López Obrador que sus “soluciones” son en realidad simples ocurrencias que multiplican los problemas.
La vida es por definición una lucha contra el desorden, como lo es esta mezcla confusa.
javierlivas@prodigy.net.mx