Migración cancerosa
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La migración es un problema a nivel mundial. Todos los países necesitan replantearse sus políticas migratorias. De no lograr aprobar una legislación atinada, la migración puede tornarse cancerosa.
Las leyes migratorias con veinte años o más están totalmente obsoletas.
México legalmente cerrado de más y Estados Unidos abierto de más. En la práctica, México tiene una frontera descontrolada, como lo acabamos de comprobar; y Estados Unidos una carga legal para conceder asilo con la que ya no puede cumplir. Hay un rezago de cientos de miles de solicitudes de asilo.
Hablo de cáncer migratorio porque existe un símil irrefutable entre un ADN produciendo células cancerosas y las fallas legislativas de un país. En ambos casos la información se corrompe. El resultado: células aberrantes o problemáticas sociales irreversibles.
Hay personas muy humanitarias que pugnan por dar a los migrantes acceso a una vida mejor. Sin embargo, la disonancia cultural y falta de asimilación convierte a sectores completos de una ciudad en una especie de célula cancerosa, que no se somete al orden preferido por el resto de la sociedad.
En Paris hay barrios que parecen muladares.
Ejemplo del caos resultante lo estamos viendo con lo que sucede en Alemania. La Sra. Merkel, violando las leyes de la Unión Europea y de Alemania, pero alegando respeto a los derechos humanos ha abierto las puertas a cerca de dos millones de refugiados musulmanes. De éstos, ochenta por ciento son jóvenes solteros. Solo un diez por ciento tienen empleo. El
otro noventa por ciento viven de gratis, con cargo al gobierno alemán.
Como sucede también en Francia e Inglaterra éstos inmigrantes no se integran a la cultura del país. Tampoco comparten valores. Por ello viven al márgen del órden establecido. Eso sí, para cobrar más subsidios se reproducen tres o cuatro veces más que los ciudadanos originarios.
Querámoslo reconocer o no, casos como éste son un crecimiento canceroso que seguirá alimentándose del país huésped hasta que lo lleve a la quiebra o haya un estallido social.
Este no es el caso de los migrantes centroamericanos en relación a los Estados Unidos. Ellos al menos comparten valores y religión. Claro no hablo de los delincuentes que aprovechan las caravanas para infiltrarse y buscar arraigar su modus vivendi en un país más jugoso.
Este tipo de problema no se va a arreglar con intercambio de epítetos ni condenando mi falta de corrección política. Se tiene que hablar abiertamente. No se trata de ser racista, porque el problema no es el hardware sino de software. La migración causa cáncer social no por la raza, sino por la cultura, el lenguaje y las costumbres que no soltarán.
Estados Unidos creció y prosperó abriendo fronteras a familias completas, principalmente europeas, que compartían valores y hasta cierto punto religión. Que hoy por hoy quiera volver a ser más selectivo no es algo condenable. Si mucha gente ansía entrar, de tontos no buscan la mayor compatibilidad posible.
Estamos presenciando un choque cultural que produce respuestas totalmente contrarias en materia de migración. Una abre fronteras. Otra postura las cierra.
México está atrapado. Posiblemente salgamos raspados al haber dejado entrar a miles de centroamericanos que serán rechazados por el Gobierno de Estados Unidos. Y si creen los maras que tirando piedras les van a abrir la puerta, pues menos pasarán. Creo que bailaremos con la fea.
Hay muchas formas de cáncer. A nivel país la migración descontrolada cumple con todos los requisitos. La prueba de fuego es contestar: ¿que querría yo si yo fuera el migrante? ¿Qué haría yo si de mi dependiera deportar o arropar a gente desesperada en busca de una vida mejor? Ninguna de las dos respuestas está fácil.
javierlivas@prodigy.net.mx