Milagro lumínico

La luz cenital es una intrusión del día.

Aterriza como paracaidista sobre la superficie del escritorio. No es rayo de sol, es luz difusa porque hay un domo de plástico detrás de la reja de varillas protectoras.
Es la luz invisible que todo lo hace ver. En días con nubes, como el de hoy, tiene una intensidad difuminada con cierta apacibilidad acogedora.

Podría entrar la luz por la izquierda como es lo ortodoxo, o absurdamente por la derecha por donde entra el ladrido de Zury y la infaltable silueta lejana del cerro sin nombre con su crestería rocosa. Esta luz fue un acierto arquitectónico. Se abrió el techo a la naturaleza dando hospitalidad a la intemperie.

Usando uno de los cristales del triple lente aumenta la sensación de tranquilidad visual. No es el de sol ni el de noche, sino el que no tiene ningún atenuamiento de oscuridad. Es sin embargo, protección frente a las pantallas siempre irradiantes. Esta es luz ya de un atardecer amanecido después del mediodía. Es tarde del siempre esperado fin de semana por la mayoría anhelante. En viernes de vigilia, con comida retardada, hay tiempo para teclear este tema luminoso. La atención no está en lo iluminado, sino en el destello invisible iluminador con que todo anuncia su existencia y su presencia, con formas y colores de identificación.

Lo más admirable es ver en el planeta la cantidad de ojos que la disfrutan. Ojos de águila en la altura y de pez en las profundidades oceánicas. Ojos en todas partes en una gran variedad de seres vivos mamíferos y ovíparos, insectos y depredadores felinos de visión también nocturna, como si guardaran la luz necesaria en alguna cavidad cerebral.

Somos gente de luz. Necesitamos lo invisible para ver lo visible. En la comunidad de videntes del planeta no tenemos los ojos más potentes, pero sí los más curiosos.

En aquel restaurante regio se les ocurrió a los ciegos organizar comida para videntes. Todos entraban con ojos vendados para disfrutar exquisitos manjares norteños con sólo tacto y paladar.

Que la otra luz interior que capta la mirada del espíritu dé a nuestra comunidad y a nuestra coyuntura el poder ver, poco a poco, un panorama esperanzador de amanecer....