Mirador 02/10/19
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Si vieras cómo está el valle del Potrero en estos días pensarías que Van Gogh bajó del cielo a dar pincelazos amarillos a la tierra.
Subo por la vereda del monte que llaman de Las Ánimas y miro el prodigio desde lo alto. Se juntaron abajo todas las flores amarillas de este mundo, y posiblemente de otros. Se te pierde la vista en esa lejanía dorada. Si a Diosito le hace falta un color amarillo para poner en sus crepúsculos tendrá que venir a buscarlo aquí.
Esta belleza es obra de la lluvia. También la belleza del pan sobre la mesa es don del agua. Por ella se alimentan lo mismo los cuerpos que las almas.
El alfarero que vive en la casa de allá arriba juntó agua y tierra para hacernos.
Deberíamos entonces prodigar tanto bien como el que nos da el agua.
Deberíamos entonces ser tan agradecidos como la tierra, que corresponde al regalo de la lluvia con el oro de estas flores amarillas.
¡Hasta mañana!...