Mirador 14/02/19
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TEMAS
—Soy el cero.
Así dijo con admirable laconismo.
Me habría alegrado verlo, pero no lo vi: era el cero. El cero representa la nada, y la nada es invisible. Aun así le dije:
—Me da gusto conocerlo. Sé muy bien lo importante que es usted. De no ser por su existencia las matemáticas no podrían ser, y las matemáticas están en todas partes, incluso en aspectos insospechados de la vida. Se dice por ejemplo: “Fulana –o fulano– se casó por cálculo”.
—Es usted muy amable –agradeció el cero–. Seré sincero: vengo a pedirle un consejo.
Respondí:
—Con los años he aprendido a no darlos, pero usted dirá.
Me dijo:
—No quiero ser un cero a la izquierda. Sucede, sin embargo, que ahora está de moda esa postura. ¿Qué debo hacer?
Quise decirle que no se preocupara; que los que hoy son de izquierda mañana serán de derecha y viceversa. Pero no se lo dije. Me sentí un cero a la izquierda.
¡Hasta mañana!...