Mirador 15/02/20
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TEMAS
El maestro enseñó al niño a hacer la a. Le dijo luego cómo hacer la e y las demás vocales: la i la o y la u.
En seguida le fue mostrando poco a poco la forma de escribir las otras letras: la be, la ese, la te, la equis, la u ve…
El niño aprendió aquello, y en su casa escribía trabajosamente las palabras que el preceptor le había puesto de tarea: mamá, papá, oso, casa…
Pasaron los años.
El niño se hizo hombre.
Pasaron los años.
El maestro murió.
Su nombre nadie lo recuerda.
Está olvidado.
Pero fue él quien enseñó a aquel niño a hacer la a y las otras letras.
Y un día aquel niño, ya hombre, escribió estas palabras:
“En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…”.
Y lo demás.
¡Hasta mañana!...