Mirador 18/06/2020
COMPARTIR
TEMAS
Don Constantino, famoso maestro de teatro, le estaba poniendo un ejercicio de improvisación a un joven actor.
-Estás en tu departamento –le indicó–. Llega alguien y te entrega un telegrama proveniente de tu aldea en el cual se te avisa que tu madre ha muerto. Quiero ver cómo actúas en un caso así.
Otro actor entró en escena y le entregó un telegrama al estudiante. Lo leyó el muchacho y perdió la mirada en el vacío, inmóvil, silencioso, con rostro inexpresivo.
-¡¿Qué te pasa!? –le gritó don Constantino, exasperado–. ¿Así reaccionas ante la noticia de la muerte de tu madre? ¿Quedándote callado y mudo? ¡Grita, por Dios! ¡Tírate al suelo, gime, desgárrate en sollozos!
El actor que le había entregado el telegrama a su compañero levantó el papel y lo leyó.
-¡Caramba, maestro! –le dijo con admiración al profesor de teatro–. ¿Cómo supo usted que la madre de Serguei había muerto? ¡Apenas le acaba de llegar el telegrama con la noticia!
¡Hasta mañana!...