Mirador 26/05/2020
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Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que uno de sus hijos tuvo un accidente grave, dio un sorbo a su martini –con dos aceitunas como siempre– y continuó:
-La religión es como los medicamentos: debe tomarse en dosis adecuadas. La demasiada religión conduce al fanatismo, y pocos hombres hay tan molestos –y a veces también de tanto riesgo– como un fanático religioso. El que se siente amigo personal de Dios tiende en ocasiones a volverse enemigo de su prójimo.
Siguió diciendo Jean Cuset:
-La supuesta cercanía con el Señor suele traer consigo la soberbia, que es el mayor de todos los pecados. Un hombre que ha leído muchos libros será más razonable que aquél que ha leído un solo libro, así sea uno de los que llaman “sagrados”. La verdad, me atemoriza más un fanático religioso que alguien que no tiene ninguna religión.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...